Isabel I de Inglaterra, también conocida como Isabel la Católica o La Reina Virgen, fue una de las monarcas más influyentes de la historia, reinando desde 1558 hasta su muerte en 1603. Su reinado es reconocido como el auge del Renacimiento inglés, una era de esplendor cultural, expansión marítima y poder militar .
Isabel nació en 1533, hija del rey Enrique VIII y su segunda esposa, Ana Bolena. Fue una niña que vivió muchas tensiones familiares debido a la política dinástica de su padre. Tras la ejecución de su madre, Isabel fue proclamada hija ilegítima y excluida de la sucesión al trono. Sin embargo, la muerte de su medio-hermano, Eduardo VI, y su medio-hermana, María I, la dejó como heredera del trono.
En 1558, a la muerte de María I, Isabel ascendió al trono. Su reinado comenzó en un contexto complicado: Inglaterra enfrentaba tensiones religiosas y políticas, y las relaciones con España, bajo el reinado de Felipe II, eran cada vez más tensas.
Durante su reinado, Inglaterra vivió un renacimiento cultural en el que florecieron las artes, las ciencias y la literatura. Fue bajo su gobierno cuando se destacó el dramaturgo William Shakespeare, cuya obra aún perdura. Además, figuras como Edmund Spenser y Christopher Marlowe elevaron el teatro y la poesía a nuevas alturas.
Isabel también apoyó la exploración marítima. Durante su reinado, se realizaron importantes expediciones, siendo la más famosa la del navegante Francis Drake, quien dio la vuelta al mundo. Esta época también marcó el ascenso de la Armada inglesa, lo que jugaría un papel crucial en su victoria contra España.
Isabel consolidó el protestantismo como la religión oficial del reino tras la reforma inglesa iniciada por su padre. A diferencia de su hermana María, quien intentó restaurar el catolicismo, Isabel estableció el Acta de Supremacía en 1559, que la proclamaba la máxima autoridad de la Iglesia en Inglaterra, lo que marcó el comienzo de la Iglesia Anglicana.
Aunque promovió el protestantismo, Isabel adoptó una política de tolerancia hacia los católicos, siempre que no desafiaran su autoridad. No obstante, las tensiones religiosas nunca desaparecieron completamente.
Uno de los episodios más destacados de su reinado fue la victoria contra la Armada Invencible de Felipe II de España en 1588. Felipe, un ferviente católico, decidió invadir Inglaterra, en parte para derrocar a Isabel y restaurar el catolicismo, y en parte debido a las incursiones de piratas ingleses en los territorios españoles.
A pesar de la desventaja numérica y material, la flota inglesa, liderada por Lord Howard de Effingham y Francis Drake, logró vencer a la Armada, que fue derrotada por una combinación de tácticas navales ingeniosas, la inclemencia del tiempo y el valor de los marineros ingleses. Esta victoria cimentó la reputación de Isabel como una líder fuerte y capaz, y fortaleció el poder naval de Inglaterra, que se consolidó como una potencia mundial.
Isabel I es recordada no solo por sus logros militares y su habilidad política, sino también por su figura como mujer fuerte en un mundo dominado por hombres. Su reinado permitió que Inglaterra se consolidara como una potencia en Europa, y su victoria sobre la Armada Invencible marcó el fin de la hegemonía española en los mares.
Isabel murió en 1603 sin dejar herederos directos, lo que llevó al ascenso de la Casa de Estuardo, con Jacobo I como rey, quien unió las coronas de Inglaterra y Escocia.
Su legado perdura como símbolo de una Inglaterra próspera, renacentista y de una reina capaz de enfrentar grandes desafíos y dejar una huella indeleble en la historia.