¿Te has dado cuenta de cómo las tendencias de moda y estética en redes sociales parecen surgir de la nada, conquistar millones de corazones y desaparecer tan rápido como llegaron? Si bien las redes sociales, como TikTok e Instagram, han alimentado la popularidad de ciertas estéticas, el ciclo acelerado de la moda digital está llevando a lo que algunos ya llaman "la decadencia de lo aesthetic".
Lo "aesthetic", como lo entendemos hoy, comenzó como un término para describir lo que es bello, lo que se considera arte en su forma más pura y sensorial. Inspirado en movimientos artísticos como el Art Nouveau y el minimalismo, "aesthetic" pasó de ser un concepto filosófico a una etiqueta de moda popular en plataformas como Tumblr y, más tarde, Instagram .
Al principio, parecía que cada rincón del internet tenía algo "aesthetic", pero con el tiempo, esa libertad estética se convirtió en una tendencia más, una etiqueta superficial. Las paredes blancas, la decoración minimalista y los filtros de tonos suaves se volvieron la norma, sin que nadie realmente cuestionara qué significaba realmente todo eso.
Aquí es donde entran las estéticas "core", un paso más allá en la evolución de lo "aesthetic". En lugar de simplemente seguir una imagen, las personas ahora buscan algo más concreto, algo más "específico". El sufijo "core" define el núcleo de una estética: "Cottagecore", "Barbiecore", "Y2Kcore" y demás, cada uno con un estilo, colores y referencias muy claras. Si el "aesthetic" era ambiguo, lo "core" tiene una estructura bien definida, pero ¿es esto una evolución o una forma de comercialización masiva?
Cada subcultura de "core" tiene su propio conjunto de reglas. El "cottagecore", por ejemplo, evoca imágenes de una vida tranquila en el campo, con flores y manualidades a la antigua usanza, pero al mismo tiempo, muchos de sus seguidores no logran escapar de la ironía de publicar todo sobre esa vida rural en Instagram, lo que refleja una desconexión entre la estética que se desea representar y la forma en que se consume el contenido digital.
Y aquí llega el dilema. Mientras las tendencias de lo "core" surgen como una forma de conexión con un pasado nostálgico, muchas veces idealizado, nos encontramos con una paradoja: las mismas plataformas que nos permiten explorar estos estilos son las que perpetúan su caducidad. El ciclo de consumo es imparable. La moda de lo "core" se convierte en un consumo viral y efímero. En cuestión de meses, lo que es considerado "cool" o "in" hoy se convierte en algo anticuado.
Además, en un mundo en el que la moda en tiempo real se ha vuelto la norma, marcas como Shein aprovechan este modelo para crear tendencias ultrarrápidas. La promesa de ser parte de algo exclusivo desaparece cuando todo lo que hacemos es consumir y luego descartar las tendencias en un abrir y cerrar de ojos.
Lo cierto es que esta búsqueda de identidad visual a través de lo "aesthetic" y lo "core" refleja una necesidad humana constante de pertenecer a algo, de ser parte de una subcultura. Pero, con las industrias capitalizando esa búsqueda, es difícil no preguntarnos: ¿qué queda realmente de esta moda cuando todo se convierte en un ciclo consumista impulsado por algoritmos y marketing digital?
Si bien estas tendencias pueden ser divertidas y una forma de autoexpresión, no podemos ignorar la vacuidad que a menudo esconden. ¿Estamos perdiendo nuestra individualidad en el proceso de seguir modas tan aceleradas? ¿Será que, en unos años, miraremos atrás y nos preguntaremos qué representaban realmente los 2020s?
