El amor, esa experiencia que todos anhelamos y que a veces nos desconcierta, tiene raíces más profundas de lo que solemos imaginar. No es solo una emoción pasajera o ese "flechazo" que sentimos al ver a alguien especial por primera vez .
El deseo: el motor de nuestra existenciaSegún Rolón, somos "seres del deseo". Desde que nacemos, no sabemos qué hacer con las necesidades que surgen en nuestro interior. Lloramos y alguien, generalmente una madre o un cuidador, interpreta ese llanto, dándole sentido. Así aprendemos que para conseguir lo que necesitamos, debemos pedirlo. En este acto de ser escuchados y reconocidos por otro, surge una de las bases fundamentales del amor: el reconocimiento.
El amor, más allá del deseo o la necesidad, se diferencia de los instintos básicos que guían a los animales. No se trata solo de satisfacer necesidades biológicas, sino de buscar ese brillo único que alguien especial aporta a nuestra vida.
El amor como acto de reconocimientoCuando alguien nos ama, nos hace sentir diferentes, especiales entre un mar de personas. Es como si, en un mundo gris, esa persona nos llenara de color. El amor es una forma de decir: "Te veo, te reconozco, eres único para mí". Y aunque esto suena maravilloso, Rolón señala que no todos los amores merecen ser vividos.
¿Es el amor siempre algo bueno?Rolón nos invita a cuestionar esa idealización del amor como algo puramente positivo. Hay amores que hieren, que enferman, que nos alejan de quienes queremos ser. Esto no significa que no sean amor, sino que no necesariamente nos hacen bien. Amar desde la agresividad, el desinterés o la violencia refleja más la naturaleza de quien ama que la esencia del sentimiento en sí. Por eso, no debemos confundir el amor con un estado constante de felicidad; más bien, es un desafío de crecimiento y discernimiento.
El enamoramiento no es amorEsa emoción electrizante, esas "mariposas en el estómago" que sentimos al conocer a alguien, no son más que una ilusión pasajera. Según Rolón, el enamoramiento es como una psicosis transitoria que nos lleva a idealizar a la otra persona, viéndola más buena, amable o perfecta de lo que realmente es. Con el tiempo, las ilusiones se desvanecen y vemos al "príncipe azul" como lo que realmente es: un humano imperfecto. Es en ese momento cuando comienza el verdadero trabajo del amor, que consiste en aceptar y construir a partir de la realidad.
El amor se construye, el deseo es instantáneoEl deseo surge de manera espontánea. Basta una mirada para sentir esa chispa, pero confundir deseo con amor es un error común. El amor, en cambio, requiere tiempo, esfuerzo y la capacidad de resignificar momentos. No siempre sabemos cuándo empezó, pero lo importante es que ocurra y que estemos dispuestos a cuidarlo y transformarlo.
¿Qué hacer con el amor?El amor no es solo una emoción que llega y nos arrolla; es una construcción que implica reconocer nuestras propias carencias y decidir si lo que sentimos nos empuja hacia nuestros sueños o nos aleja de ellos. No todos los amores son saludables, y aprender a distinguirlos puede ser la clave para vivir una vida más plena.