Si creías haberlo visto todo en la temporada de premios, Emilia Pérez llega para desafiar tus expectativas... pero no de la mejor manera .
La película sigue a un narcotraficante mexicano que, tras su transición de género, busca redimirse y construir una nueva vida. Sobre el papel, la historia parece abordar temas relevantes: identidad de género, inmigración y violencia en el narcotráfico. Sin embargo, el resultado es un revoltijo superficial que no hace justicia a ninguno de ellos.
El director, Jacques Audiard, un cineasta francés, parece haber abordado el proyecto con la actitud de "ya sé todo lo que necesito saber". Este enfoque no solo le costó credibilidad, sino que resultó en una película llena de estereotipos y errores culturales que han sido criticados por mexicanos y miembros de la comunidad trans por igual.
Uno de los mayores pecados de Emilia Pérez es su falta de autenticidad cultural. A pesar de estar ambientada en México y ser mayoritariamente en español, el elenco principal está compuesto por actores que no dominan el idioma, lo que resulta en interpretaciones poco convincentes. Además, la representación de México como un "infierno violento" reduce una cultura rica y diversa a un mero telón de fondo para la trama.
Incluso la comunidad trans, que podría haber encontrado en esta película una oportunidad para visibilizar sus historias, ha señalado que el filme perpetúa ideas problemáticas. Por ejemplo, presenta la transición de género como un borrón y cuenta nueva, minimizando las acciones pasadas del personaje principal y trivializando las experiencias reales de las personas trans.
Si la trama no fuera ya lo suficientemente cuestionable, Audiard decidió convertir la película en un musical. Pero no uno memorable como La La Land o Chicago. Las canciones de Emilia Pérez son descritas como cursis y mal ejecutadas, tanto en letra como en puesta en escena. Las coreografías y los números musicales carecen de cohesión, dejando al público preguntándose si esta elección fue un intento desesperado por atraer premios.
La industria del cine tiene una larga historia de premiar películas que parecen más preocupadas por la óptica que por la calidad. En 2004, Crash ganó el Oscar a Mejor Película, a pesar de ser ampliamente criticada por su tratamiento superficial de temas raciales. Emilia Pérez podría estar siguiendo el mismo camino, siendo más una declaración de intenciones que una obra de arte significativa.
Emilia Pérez es un recordatorio de que abordar temas importantes no garantiza una buena película. Para lograr un impacto real, se necesita investigación, respeto y autenticidad, cualidades que este filme carece. Si bien podría ganar premios, también podría pasar a la historia como uno de los mayores errores de la temporada de premios.