¿El amor ha muerto?
Hace 5 días
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¿Te has preguntado alguna vez cómo cambió el amor a lo largo de las generaciones? Tal vez tus abuelos se conocieron en un baile, en una plaza o incluso por cartas. Hoy, el escenario es muy diferente: WhatsApp, Instagram y Tinder dominan la forma en que nos relacionamos .

Pero, ¿esto ha mejorado o arruinado nuestras relaciones?

En la era digital, el romanticismo parece ser víctima de las redes sociales. Ahora, todo comienza con un emoji de fuego en una historia y una partida de quién se hace el más interesante. ¿Qué pasó con la autenticidad? La incertidumbre y el miedo al ghosting son el pan de cada día, y cuando por fin alguien decide dar el primer paso, la relación a menudo se ve atrapada en un ciclo de control, inseguridades y comparaciones constantes con modelos irreales de perfección que las redes nos venden.

Lo que antes se consideraba caballerosidad ahora se etiqueta de "cringe" o incluso de machista. Mostrar interés genuino se percibe como desesperación, y ser honesto parece ser un error estratégico. Este juego de apariencias, lejos de fomentar conexiones reales, nos deja atrapados en una carrera por impresionar, fingir y competir.

Y no solo las redes sociales son responsables. Las películas, series y canciones que consumimos idealizan relaciones tóxicas. Títulos populares como Euphoria o Élite glorifican infidelidades y dramas emocionales, creando una percepción distorsionada del amor. ¿Qué mensaje estamos enviando? Que para amar, hay que sufrir.

Además, las redes sociales amplifican las divisiones entre géneros. Basta con echar un vistazo a los comentarios de cualquier video polémico en TikTok o Twitter: hombres y mujeres enfrentados en una guerra absurda, alimentada por cámaras de eco y estereotipos dañinos. Este ciclo perpetúa la desconfianza, el miedo y las relaciones superficiales, donde el control reemplaza a la confianza y la prohibición se convierte en norma.

Pero no todo está perdido. Es importante recordar que las redes sociales no son la vida real. Aunque las historias de relaciones tóxicas y desamores son las que más se comparten, no representan a la mayoría. En el mundo real, aún hay personas que buscan amar y ser amadas de manera genuina.

La solución no está en eliminar las redes sociales ni en romantizar el pasado, sino en aprender a construir relaciones basadas en la confianza, la comunicación y el respeto mutuo. Dejemos de idealizar los dramas románticos y volvamos a lo básico: querer y ser queridos, sin filtros ni estrategias.

El amor no ha muerto, pero necesita un respiro.

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