María y Andrés.
Hace 2 horas
Tiempo de lectura aprox. :
5 min.
0 votos
En un pequeño pueblo rodeado de montañas, María vivía tranquila junto a su hijo Daniel, de apenas cinco años. Había construido una vida sencilla pero feliz después de un pasado que prefería mantener oculto .
Cada día trabajaba en un taller de costura y por las tardes jugaba con su hijo en el patio trasero, donde las flores que ella misma había plantado florecían con colores vibrantes.

Pero una tarde, mientras cosía frente a la ventana, vio a alguien llegar. Su corazón se detuvo al reconocer la figura de Andrés, un hombre que conoció años atrás y que había sido su primer amor. No necesitó más que un instante para que los recuerdos inundaran su mente: los besos robados bajo la lluvia, las promesas de amor eterno, y también las lágrimas al final de esa historia.

Andrés había regresado con una sola intención: recuperar el amor de María. Su mirada estaba llena de nostalgia, pero también de esperanza. "María", le dijo con voz temblorosa, "te busqué durante años. Nunca dejé de pensar en ti. ¿Por qué te fuiste? ¿Por qué no me diste la oportunidad de luchar por lo nuestro?"

María lo miró con tristeza. Sentía el peso de su respuesta en el pecho, pero sabía que debía ser honesta. "Andrés, yo también te amé como nunca pensé amar a alguien. Pero las cosas cambiaron. La vida me llevó por un camino distinto, y hoy mi corazón pertenece a otra persona... a mi hijo."

Él frunció el ceño, confundido. "María, yo sé que cometí errores, pero puedo ser parte de tu vida ahora. Déjame demostrarte que podemos ser felices."

Ella negó con la cabeza, dejando escapar un suspiro profundo. "Andrés, no entiendes. Mi corazón no tiene espacio para ese amor que tuvimos. Agradezco todo lo que me diste, pero no puedo volver atrás. Yo tomé la decisión de marcharme porque entendí que tu amor era hermoso, pero no suficiente para sostenerme. Y ahora, mi vida es diferente."

Andrés insistió: "¿Es por alguien más? ¿Amas a otra persona?"

Ella lo miró fijamente, con lágrimas en los ojos. "No. No amo a nadie más en el sentido que tú imaginas. Pero el amor que siento ahora es el más puro que he conocido. Es el amor por mi hijo. Él es mi prioridad. Todo lo que soy y todo lo que hago es para él."

El hombre apretó los puños, sintiendo el dolor de su rechazo. "Pero María, yo también podría amar a tu hijo. Podríamos formar una familia."

Ella sonrió con amargura. "Andrés, no es tan simple. Tú mereces un amor que te elija completamente, sin reservas ni condiciones. Yo ya no puedo darte eso. Ya no soy la misma mujer que conociste. Lo siento, pero así fue."

Andrés entendió que no había vuelta atrás. Con el corazón roto, se levantó y, antes de irse, dijo: "Siempre te amaré, María. Y espero que encuentres toda la felicidad que mereces."

Ella lo vio alejarse por el camino de tierra, sintiendo una mezcla de tristeza y alivio. Cerró la puerta y fue al patio donde Daniel jugaba. Al verlo correr y reír, supo que había tomado la decisión correcta.

María aprendió que a veces el amor más grande no es el que se queda, sino el que libera. Y aunque Andrés siempre ocuparía un lugar especial en su memoria, sabía que su verdadero amor estaba con el pequeño que la esperaba cada día para llenar su mundo de luz.


238 visitas
Valora la calidad de esta publicación
1 votos

Por favor, entra o regístrate para responder a esta publicación.

Adimvi es mejor en su app para Android e IOS.