Imagínate despertar un día y sentir que una parte de tu cuerpo simplemente ha dejado de existir. No hablamos de un entumecimiento o una pérdida de movimiento, sino de algo más inquietante: tu cerebro decide que una parte de ti ya no es "tú" .
Este fenómeno fue experimentado por una paciente conocida como A.S.G., quien después de una operación cerebral comenzó a vivir episodios en los que su lado izquierdo "desaparecía". No es que no pudiera moverlo o sentirlo físicamente, sino que, desde su experiencia subjetiva, esa parte de su cuerpo ya no formaba parte de su ser.
Pero, ¿cómo es posible que el cerebro desconozca partes del cuerpo que, objetivamente, están allí? La respuesta reside en la complejidad de los procesos cerebrales que construyen nuestra percepción de identidad física. Estos procesos dependen de sistemas como la propiocepción, que informa constantemente al cerebro sobre la posición de nuestros músculos y articulaciones, y la interocepción, que transmite datos sobre nuestros órganos internos.
Cuando estos sistemas fallan o sufren daños debido a lesiones cerebrales, como ocurrió en el caso de A.S.G., el cerebro pierde la capacidad de integrar por completo ciertas partes del cuerpo en la experiencia consciente. Esto puede generar sensaciones tan extrañas como sentir que una extremidad se ha transformado en un objeto ajeno o incluso que todo el cuerpo ha desaparecido.
La asomatognosia no es un caso aislado dentro de los desórdenes del esquema corporal. Hay trastornos como el síndrome de miembros fantasma, en el que personas amputadas siguen sintiendo extremidades que ya no tienen, o los fenómenos de autoscopía, donde los pacientes ven un "doble" que imita sus movimientos. Cada uno de estos casos desafía nuestra comprensión de lo que significa "ser uno mismo".
La historia de A.S.G. es solo una pieza más de este rompecabezas. Al estudiar casos como el suyo, los neurocientíficos han empezado a descifrar cómo nuestro cerebro construye esa sensación de unidad que damos por sentada. Este proceso, que parece tan natural, es en realidad una hazaña constante del cerebro, que integra información sensorial, motora y emocional para formar lo que conocemos como "nosotros mismos".