¿Por qué las personas buenas se vuelven malas?
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En el mundo, hemos sido testigos de eventos donde personas comunes, incluso consideradas buenas, han realizado actos que desafían nuestra comprensión de la moral. Pero, ¿qué hay detrás de esta transformación? ¿Qué lleva a alguien a cruzar esa línea? Este artículo explora la fascinante respuesta que la neurociencia y la psicología tienen para ofrecer.

La escena de un monstruo naciente
Irak, 1979 .

En una reunión política liderada por Saddam Hussein, lo que parecía ser un discurso de progreso terminó en una purga aterradora. Amigos y colegas comenzaron a traicionarse unos a otros en un intento desesperado por salvar sus vidas. Este momento, aunque extremo, refleja un fenómeno humano inquietante: nuestra capacidad de sucumbir a la presión externa y actuar en contra de nuestros valores.

Los tres factores del cambio
Las investigaciones apuntan a tres factores clave que pueden transformar a una persona común en alguien capaz de cometer actos impensables:

  1. La necesidad de pertenencia: Nuestro cerebro está diseñado para priorizar la aceptación social sobre nuestras propias creencias morales. En el experimento clásico de Solomon Asch, se demostró que el 75% de las personas cambian sus respuestas correctas bajo presión grupal.
  2. El miedo al aislamiento social: Este temor activa circuitos de recompensa en el cerebro que nos impulsan a alinearnos con un grupo, incluso si esto significa ir en contra de lo que creemos correcto.
  3. La protección de la autoestima: La amenaza a nuestro sentido de valía personal puede llevarnos a tomar medidas extremas para evitar la humillación o el rechazo.

De buenas intenciones a crueldad extrema
El experimento de la prisión de Stanford, liderado por Philip Zimbardo, mostró cómo los roles sociales y el anonimato pueden desencadenar comportamientos inhumanos. En solo días, los participantes que actuaban como "guardias" comenzaron a humillar y maltratar psicológicamente a los "prisioneros". La clave de esta transformación fue la pérdida de identidad individual y la adopción de un rol que justificaba sus actos.

Lecciones contemporáneas: las redes sociales y el anonimato
Este fenómeno no es exclusivo de escenarios extremos. En redes sociales, donde el anonimato prevalece, es común que las personas adopten comportamientos agresivos y deshumanizantes. Sin una conexión emocional directa con sus víctimas, la empatía se desvanece, dejando espacio para actos de odio.

El error fundamental de atribución
Cuando juzgamos el comportamiento de los demás, solemos atribuir sus acciones a su personalidad, ignorando factores externos. Este sesgo, conocido como el error fundamental de atribución, fomenta la percepción de que los "otros" son los malos, mientras que nosotros somos inherentemente buenos.

El impacto de la vergüenza y el rechazo
El caso de Ted Kaczynski, quien pasó de ser un prodigio de Harvard a un terrorista conocido, ilustra cómo la humillación y el rechazo social pueden deshumanizar a una persona, llevándola a extremos para proteger su sentido de control y dignidad.

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