Sucedió en una estación de la carretera

En diciembre de 2014, en las afueras de El Paso, Texas, ocurrió un hecho tan aterrador que requirió la intervención de la policía. Te invito a ponerte en los zapatos del protagonista y a preguntarte: ¿qué hubieras hecho tú en su lugar aquella noche?

Trabajaba en un autoservicio y su turno comenzaba a la medianoche .

Asegura que ha visto muchas cosas, pero esta anécdota se lleva el premio por ser la más terrorífica de su vida. Era pasada la una de la mañana y todo transcurría con normalidad. La tienda llevaba al menos 45 minutos sin ningún cliente, algo común en una estación de servicio en carretera.

De repente, se acercó una anciana. El trabajador salió del mostrador para abrirle la puerta. La mujer tenía la piel arrugada y un aspecto peculiar: usaba bufanda, guantes de mujer y unos lentes de sol enormes que cubrían buena parte de su rostro, a pesar de ser de noche. Las malas vibras que sintió fueron perturbadoras. La anciana le pidió que saliera un momento para revisar su automóvil porque algo andaba mal. Su voz, profunda y cancerosa, le causó un escalofrío. Cortésmente declinó, explicando que la política de la tienda le impedía dejarla sola, pero que podía usar el teléfono sin problemas. La señora aceptó y caminó hacia el baño.

Después de cinco minutos, la anciana regresó diciendo que no había papel higiénico y le pidió que saliera a buscarle un poco. El trabajador, ya alarmado, fue al baño de empleados y le extendió el papel higiénico. La mujer, con un tono seco, agradeció y volvió al baño.

Pasaron otros cinco minutos, durante los cuales el trabajador no dejó de mirar la puerta del baño. La anciana salió y comenzó a dar vueltas por la tienda, observándolo fijamente sin recato alguno. Tras quince largos y horrorosos minutos, la mujer finalmente salió de la tienda, pero regresó a los dos minutos diciendo que la máquina expendedora de gaseosas no funcionaba y que necesitaba ayuda.

El trabajador, sintiendo una obligación terrible, sabía que no debía salir de la seguridad de la cámara. Nuevamente, explicó que no podía salir. La anciana, visiblemente molesta, intentó varias veces más hacer que saliera. Llegó al punto de amenazar con hablar con su gerente, pero el trabajador mantuvo su postura.

Finalmente, la mujer se cansó y se fue. Sin embargo, durante los siguientes diez minutos, el trabajador pudo verla en la acera de enfrente, observándolo fijamente hasta que finalmente desapareció. La noche transcurrió sin más incidentes y atendió a un camionero a eso de las cinco de la mañana.

Cuando su turno terminó a las ocho de la mañana, se dirigió a su camioneta en el estacionamiento trasero. Allí, apilados en el asfalto cerca de su vehículo, encontró una bufanda doblada con guantes de mujer y unos anteojos de sol, los mismos que llevaba la anciana. Al lado, había una peluca, lo que confirmaba que su encuentro había sido más siniestro de lo que imaginaba.

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