Este esfuerzo físico, junto con el estrés extremo, desencadenó una liberación masiva de adrenalina en su cuerpo. Según el análisis médico compartido en redes, la adrenalina, que puede aumentar hasta 150 veces en situaciones de peligro extremo, actuó como un mecanismo natural de defensa, similar a una inyección de EpiPen, contrarrestando posibles reacciones alérgicas graves. Este fenómeno fue clave para que el menor resistiera las picaduras masivas y lograra sobrevivir.
“Lo que hizo Andrew fue prácticamente inconsciente, pero salvó su vida. Este tipo de respuesta es fundamental en situaciones extremas”, comentó el médico.
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