Redescubriéndome: El Arte de Disfrutar mi Propia Compañía??
Hace 2 días
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Clara siempre había sido una mujer extrovertida, rodeada de amigos y familiares que la llenaban de risas y conversaciones. Durante años, había buscado la validación de los demás, confiando en que el amor y la atención externa eran lo que definían su felicidad .

Sin embargo, en el fondo, sentía que algo le faltaba. Una sensación extraña la invadía cuando se encontraba sola, como si no fuera suficiente por sí misma, como si su compañía no fuera lo bastante valiosa.

Un día, después de una serie de eventos que la dejaron emocionalmente agotada, Clara decidió tomar un receso. Necesitaba alejarse de todo: las reuniones sociales, los compromisos, y, por primera vez, de la constante necesidad de agradar a los demás. A lo largo de los días, se dio cuenta de lo difícil que le resultaba estar sola. En su tiempo libre, sentía una ansiedad constante, una voz interna que le decía que algo estaba mal.

Pero poco a poco, Clara comenzó a escuchar esa voz con más atención. En vez de tratar de ahogar sus pensamientos, empezó a permitir que la rodeara la calma. Salió a caminar por el parque sin un destino fijo, solo por el placer de respirar y disfrutar del paisaje. Comenzó a leer libros que había dejado a un lado durante mucho tiempo, libros que le hablaban sobre el autocuidado y el autoconocimiento. Se dedicó tiempo a sí misma, no para llenar un vacío, sino para aprender a conocer la persona que había sido siempre, pero que había dejado de escuchar.

Un día, mientras paseaba por la ciudad, Clara se detuvo frente a un café. En vez de apresurarse a entrar a la oficina o llamar a alguien para pasar el rato, decidió sentarse sola en una mesa junto a la ventana. Se dio cuenta de que, por primera vez, disfrutaba de estar consigo misma. Miraba a la gente pasar, observaba cómo las luces de la ciudad cambiaban de color con el atardecer, y todo se sentía en su lugar.

Con el tiempo, Clara dejó de buscar la aprobación externa. Aprendió a disfrutar de sus propias conversaciones internas, de sus momentos de tranquilidad, y comenzó a cultivar una relación más profunda con ella misma. Se aceptó tal como era, con sus fortalezas y debilidades, sin la necesidad de ocultar su vulnerabilidad. Descubrió que su compañía no solo era suficiente, sino que era la más genuina que podía tener.

A medida que pasaba el tiempo, Clara comprendió que el verdadero amor no viene de fuera, sino de la aceptación y el cuidado que uno se da a sí mismo. Dejó de temerle a la soledad, porque ahora entendía que ser su propia amiga le otorgaba una paz que no dependía de nadie más.

Y así, Clara comenzó a vivir con una nueva libertad, sabiendo que podía estar rodeada de personas o completamente sola, pero siempre encontraría en sí misma un refugio de amor, paz y aceptación.









Amó su propia compañía, y en ella encontró todo lo que necesitaba para ser feliz.

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