Renacer desde Dentro: El Viaje de Superar el Miedo y Abrazar el Amor Propio?
Hace 6 días
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Era una vez una joven llamada Valentina, quien siempre había sentido que algo le faltaba. Desde pequeña, había sido muy consciente de las expectativas de los demás, y su vida parecía girar en torno a cumplirlas .

En su familia, en la escuela, incluso con sus amigos, siempre trataba de encajar, de ser la persona que los demás esperaban que fuera, mientras se olvidaba de quién era realmente.

En su interior, Valentina sentía un vacío profundo, una sensación de no ser suficiente, de no ser lo suficientemente buena, lo suficientemente fuerte, lo suficientemente hermosa. El miedo a ser rechazada o no ser aceptada por los demás la dominaba. Como resultado, se adaptaba constantemente, se sacrificaba, y lo peor de todo, se olvidaba de lo que ella realmente quería o necesitaba.

Un día, después de una discusión con una amiga, Valentina se sentó sola en el parque, buscando un poco de paz. Allí, bajo la sombra de un árbol, algo cambió. Mientras observaba a las personas caminar sin preocuparse por las opiniones ajenas, algo dentro de ella se despertó. ¿Por qué siempre intentaba ser algo que no era? ¿Qué pasaría si se permitiera ser simplemente ella misma, sin miedo al juicio o al rechazo?

Esa noche, decidió hacer algo que nunca antes había intentado: enfrentarse a sus propios miedos. Se miró en el espejo y, por primera vez en mucho tiempo, decidió no buscar lo que faltaba, sino lo que ya estaba presente en ella. Comenzó a valorar sus logros, sus cualidades y hasta sus imperfecciones. Fue un proceso lento, lleno de momentos incómodos, pero cada pequeño paso la acercaba más a la verdad de quién era.

Comenzó a rodearse de personas que la aceptaban tal como era, sin tratar de cambiarla o hacerla sentir inferior. En su trabajo, dejó de dudar de sus capacidades y comenzó a confiar en sus decisiones. A veces, se encontraba ante la tentación de volver a los viejos patrones de buscar la validación externa, pero, con cada día que pasaba, sentía más fuerte su amor propio.

Un año después, Valentina ya no temía ser ella misma. Había aprendido a poner límites cuando lo necesitaba, a decir "no" sin sentir culpa, y sobre todo, a estar en paz con sus propios pensamientos y emociones. Ya no dependía de la aprobación de los demás para sentirse valiosa. Sabía que su valor no venía de lo que los demás pensaran de ella, sino de lo que ella pensaba de sí misma.

Y aunque no siempre fue fácil, Valentina entendió que el amor propio no era un destino al que se llega, sino un viaje continuo, un proceso de aceptación y crecimiento constante. Al final, descubrió que al amarse a sí misma, podía amar mejor a los demás y vivir con la autenticidad que siempre había buscado.









Así, del miedo de no ser suficiente, Valentina pasó a ser la persona que siempre había querido ser: una mujer plena, valiente y profundamente en paz consigo misma.

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