Despertando mi Esencia: El Viaje Hacia Mi Verdad??
23 Ene, 2025
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Desde pequeña, siempre sentí que algo en mí no encajaba del todo. Crecí rodeada de expectativas: ser perfecta, seguir el camino tradicional, encajar en el molde que otros habían hecho para mí .

Mis padres, bienintencionados, querían lo mejor, pero las lecciones que me enseñaron me hicieron olvidar mi esencia. La escuela, la sociedad, las amistades, todos insistían en que debía ser de una manera, actuar de cierta forma, pensar de acuerdo a lo que era popular o aceptado.

Hubo un tiempo en el que traté de seguir esos caminos, de ponerme máscaras para agradar a los demás. Sonreía cuando no quería, hablaba cuando no tenía nada que decir, y tomaba decisiones que no eran las mías. Pero dentro de mí, algo no estaba en paz. Sentía una especie de vacío, un eco de incomodidad que crecía cada día.

Fue en un momento de soledad, en una tarde gris que me encontré frente a un espejo, cuando realmente me vi por primera vez. Me observé sin juzgarme, sin intentar ser quien no era. Ahí fue cuando entendí que, por mucho que intentara encajar en los moldes de los demás, siempre me sentiría vacía. La verdad que había estado buscando no era algo que viniera de afuera, sino de adentro.

Decidí entonces hacer un cambio, pequeño pero significativo. Empecé a preguntarme, "¿Qué quiero realmente?", "¿Qué me hace feliz?" y, sobre todo, "¿Quién soy cuando no tengo que ser nada para nadie?". Poco a poco, fui aprendiendo a escuchar mi voz interior, a tomar decisiones basadas en lo que mi corazón dictaba, no lo que los demás esperaban de mí.

Al principio, fue difícil. Las expectativas ajenas seguían presionando, y había momentos de duda, momentos en los que pensaba que el camino hacia mi verdad era solitario o incomprendido. Pero con cada paso, con cada vez que elegía lo que era mejor para mí, sentí que me acercaba más a mi verdadera esencia. Empecé a hacer cosas que me llenaban de paz: leer libros que realmente me inspiraban, practicar yoga, disfrutar de la compañía de personas que me aceptaban tal como era, y, sobre todo, me volví más amable conmigo misma.

Un día, mientras caminaba por el parque, me di cuenta de algo. Había comenzado a vivir mi verdad, y no solo eso, había comenzado a disfrutar de la libertad que viene con ella. Me di cuenta de que no necesitaba la validación externa para sentirme completa, porque la respuesta siempre había estado dentro de mí. Estaba aprendiendo a amarme de una manera que nunca antes había experimentado.

Y aunque no siempre es fácil, ahora sé que vivir mi verdad significa ser honesta conmigo misma, escuchar mis deseos y necesidades, y no tener miedo de caminar por el camino que elegí, incluso si es diferente al que otros esperan de mí.









Al final, entendí que la verdadera paz no se encuentra en ser quien los demás quieren que sea, sino en ser fiel a lo que soy, tal y como soy. Vivir mi verdad es mi mayor acto de amor propio.

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