Todos hemos tenido en nuestra vida a ese tipo de “amigos” que aunque nos sacan algunas risas, también logran vaciar nuestra billetera sin que lo notemos. Y si ahora mismo no puedes pensar en alguien así, cuidado, porque quizá seas tú .
Es ese amigo que convierte un simple “vamos por una” en una maratón nocturna que termina con el amanecer y una cuenta estratosférica. Para él, la diversión siempre viene acompañada de un gasto, y sus planes jamás incluyen opciones económicas o saludables. ¿Salir a caminar o ver una película en casa? Imposible. Este personaje convierte cada salida en una trampa de consumo y, por alguna razón, tú siempre terminas pagando más de lo planeado.
Este amigo es un genio en crear dramas que apelan a tu corazón blando. Siempre tiene una emergencia, y tú, con tu buena fe, terminas prestándole dinero que nunca regresa. Lo más frustrante es su habilidad para desaparecer justo cuando intentas cobrarle, con excusas como “la próxima semana te lo doy, te lo juro”. En realidad, lo que estás financiando no es una urgencia, sino su estilo de vida.
Este personaje viene cargado de promesas. Te dice que tiene el negocio del siglo y que juntos pueden hacerse ricos… pero tú pones el dinero, y él, solo las ideas. Claro, suena muy convincente, pero cuando las cosas no salen como prometió, no asume ninguna responsabilidad. ¿El resultado? Tu dinero desaparece, él no pierde nada, y tú quedas con expectativas rotas.
Este tipo es el oportunista perfecto. Solo aparece cuando te está yendo bien, como un ave migratoria que busca el mejor clima. Si consigues un ascenso, es el primero en felicitarte y proponer celebraciones, pero cuando las cosas no van tan bien, desaparece por completo. No está contigo por quién eres, sino por lo que tienes o puedes darle.