Superar a alguien que amaste
23 Ene, 2025
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¿Es posible superar a alguien que amaste con todo tu ser? Yo también me lo he preguntado muchas veces. Pasa el tiempo, pero basta con escuchar su nombre, esa canción, o tener un recuerdo fugaz para que el corazón se acelere como si todo hubiera ocurrido ayer.

Es un dolor extraño, ¿sabes? Un amor que vivió más tiempo en mi cabeza que en la realidad .

Por mucho tiempo me dije que había amado demasiado, que era una víctima de mis propios sentimientos, pero ahora veo que no era cierto. Nadie me obligó a sentir tanto, y nadie es responsable de cómo me afectó.

El choque con la realidad

Aceptarlo fue difícil. Al principio, culpar a la otra persona era más fácil. Pensar que era una villana que no valoró lo que teníamos me ayudaba a proteger mi ego. Pero la verdad era mucho más simple y, por eso mismo, más dolorosa: no funcionó. Sus sentimientos cambiaron, las circunstancias nos separaron, y nadie quería lastimar a nadie.

Y mientras todos a mi alrededor me animaban a seguir adelante, yo seguía en el mismo lugar. Insistía en que todavía podía funcionar, que debía luchar por ese amor. Era como quedarme sentado en una sala de cine vacía, con las luces encendidas y la película terminada, negándome a aceptar que ya no había nada más que ver.

Conexión en medio del dolor

Sin embargo, en medio de esa soledad, encontré algo curioso. Empecé a notar que no estaba solo en este sentimiento. Miraba a las personas en el autobús, en la calle, incluso a mis amigos, y me preguntaba cuántos de ellos llevaban heridas similares. Ese pequeño secreto compartido —el dolor de amar y perder— me hacía sentir más cerca de todos ellos.

De alguna manera, eso me dio fuerzas. Me di cuenta de que no era el único que estaba aprendiendo a vivir con una ausencia, que todos cargamos cicatrices que nos moldean. Estas marcas nos recuerdan que en algún momento nos atrevimos a sentir tanto, que estábamos dispuestos a arriesgarlo todo.

El peso de seguir adelante

No voy a mentir, la felicidad no volvió de inmediato. De hecho, es más rara ahora, pero cuando llega, se siente real, más profunda. Antes era una felicidad casi infantil, frágil y ciega. Ahora, cada momento de alegría tiene un peso, como si hubiera atravesado una tormenta para llegar ahí.

A veces todavía caigo en el juego del "y si": "¿Y si hubiera hecho esto diferente?", "¿Y si hubiéramos tenido otra oportunidad?". Pero sé que estos pensamientos no me llevan a ningún lado. Hice lo mejor que pude, y esa persona también. Nadie es responsable de mis sentimientos, y aunque mi corazón insista en que la vida sin ellos no tiene sentido, sé que no es verdad.

El amor que nunca se va

Quizás nunca superemos del todo a quienes amamos. Permanecen con nosotros, escondidos entre los pliegues de nuestra mente, como un recordatorio de lo que fuimos y de lo que sentimos. Pero eso no significa que la vida se detenga. Elegir seguir adelante, elegirnos a nosotros mismos, es el mayor acto de amor propio.

Hoy sé que no estoy solo. Sé que muchos de nosotros, sin decir una palabra, compartimos esta experiencia. Y aunque vivir con su ausencia puede ser duro, también es una prueba de nuestra resiliencia. Porque seguimos aquí. Porque seguimos eligiendo la vida. Porque seguimos eligiéndonos a nosotros mismos.


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