Rivales del destino: Cuando el odio se convierte en algo más?
23 Ene, 2025
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El ruido de las sillas arrastrándose sobre el suelo de la biblioteca resonaba por todo el pasillo, pero Silvia no lo escuchaba. Estaba demasiado concentrada en su tarea .
Como siempre, se había quedado hasta tarde, revisando los detalles de su proyecto para la competencia anual de ciencias, un evento que determinaba la posición de los estudiantes más destacados de la universidad.La puerta de la biblioteca se abrió con un estruendo, y Silvia levantó la vista. Y ahí estaba él, Samuel. Su compañero de clases, su rival y, sobre todo, la persona que más odiaba en el mundo.Samuel siempre había sido su competencia directa. Desde que se conocieron en el primer semestre, sus caminos se cruzaron en cada examen, en cada proyecto grupal, y siempre, de alguna forma, él terminaba sobresaliendo. A Silvia le molestaba la facilidad con la que él lograba todo. Su confianza, su sonrisa arrogante, su actitud despreocupada. Todo en él le parecía irritante. La manera en que tomaba crédito por sus logros, como si nada fuera tan difícil para él, solo incrementaba su frustración.Pero hoy, la competencia era diferente. Esta vez, ella iba a ganar.Samuel cruzó el pasillo hacia su mesa, sin hacer siquiera un intento de disimular la presencia de su arrogancia. Silvia apretó los labios y volvió a mirar su cuaderno, no sin antes lanzar una mirada fulminante hacia él.—¿Todavía aquí? —preguntó Samuel con su tono despectivo mientras se sentaba en la mesa de al lado—. Pensé que ya habrías terminado de rendirte. ¿Crees realmente que puedes ganarme?Silvia respiró hondo, intentando calmarse. No iba a dejar que él la provocara. No hoy.—No subestimes a los demás, Samuel. Tal vez, por fin, esta vez veas lo que realmente significa perder. —contestó, sin apartar la mirada de sus apuntes.Un silencio incómodo cayó sobre ambos. Samuel la miró durante un largo rato, como si estuviera evaluando si debía responder o no. Finalmente, se inclinó hacia adelante y, sorprendentemente, sus ojos se suavizaron por un momento.—No subestimes el valor de tener competencia. —dijo en un tono más bajo, pero sin perder su actitud de desafío.Silvia frunció el ceño, sin comprender por qué de repente su rival parecía... diferente. Tal vez se estaba adelantando, pero algo en sus palabras la hizo dudar. Se centró de nuevo en su trabajo, bloqueando cualquier pensamiento sobre Samuel.Horas más tarde, la competencia comenzó. Silvia y Samuel se encontraron en el escenario, frente al panel de jueces. Ambos presentaron sus proyectos, y a pesar de sus diferencias, ambos brillaron con la misma intensidad. Pero algo extraño ocurrió: mientras explicaba su investigación, Silvia notó que Samuel la observaba atentamente, casi como si estuviera interesado en lo que decía, en lugar de tratar de superarla.Al final, cuando los jueces anunciaron los resultados, la tensión en el aire era palpable. El ganador sería el que demostrara más dominio en su campo, y los dos se miraron nerviosos. El veredicto fue claro: Samuel había ganado. Silvia sintió un nudo en el estómago, pero cuando Samuel se acercó a ella, algo inesperado ocurrió.—Felicidades —dijo Samuel, extendiendo su mano, pero su tono era diferente, más cálido, más sincero—. Lo hiciste increíble. Sabía que sería una competencia reñida.Silvia miró su mano extendida, desconcertada. El odio que había sentido hacia él en el pasado se desvaneció, como si nunca hubiera existido. Se dio cuenta de que, por primera vez, Samuel no la veía como una rival, sino como alguien con quien compartir la pasión por la ciencia.—Esto... —Silvia no sabía qué decir. Tomó su mano en un gesto tímido—. Yo también... realmente lo hice con todo. Y, por alguna razón, nunca imaginé que diría esto, pero... felicidades a ti también.A medida que sus miradas se cruzaron, Silvia comprendió algo que nunca había anticipado: no todo lo que parecía odio era realmente odio. A veces, lo que parecía rivalidad escondía algo mucho más profundo: admiración, respeto y, quizás, algo más.Atrapados en el odio, ambos descubrieron que, en realidad, se habían estado atrapando en un sentimiento que los unía mucho más de lo que pensaban. Y esa noche, después de la competencia, hablaron por horas, sin competir, solo compartiendo la verdad detrás de sus diferencias.De enemigos a... algo más.
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