Rivales y secretos: La pasión oculta entre enemigos✨?
Hace 2 días
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El sol estaba comenzando a ponerse cuando Lara entró al café, su lugar habitual después de un largo día de trabajo. Se sentó en una esquina, ordenó su café con leche y sacó su laptop .

A pesar de la calma del ambiente, no podía evitar sentirse tensa. La noticia del día, o más bien la presencia de alguien, estaba en su mente.

Él estaba allí.

Santiago, el hombre que había sido su rival en el trabajo durante los últimos tres años. En la oficina, siempre era una competencia constante, un tira y afloja de ideas, estrategias y proyectos. Aparentemente, todo se reducía a quién lograba impresionar más al jefe. Si había algo que ella odiaba más que perder, era perder ante Santiago.

Él estaba sentado en la mesa junto a la ventana, su chaqueta de cuero bien ajustada y su mirada fija en la pantalla de su teléfono, ajeno a su presencia. Lara suspiró, pensando que no podría evitarlo. A pesar de la animosidad entre ellos, había algo que no podía negar: la química entre ellos era innegable. Cada vez que se cruzaban, sentía esa tensión eléctrica, un roce invisible que la mantenía alerta.

Pero no era solo la competencia lo que la mantenía a raya. Había algo más, un secreto que no podía compartir con nadie. Algo que solo ella sabía y que ni él, ni su jefe, ni sus compañeros de trabajo podrían imaginar. Durante un proyecto importante en el que ambos habían trabajado codo a codo, algo había cambiado. Una noche, después de un par de copas de vino, sus discusiones se convirtieron en algo más. Sus palabras se transformaron en susurros, sus miradas en promesas silenciosas.

Se besaron.

Fue un beso robado, inesperado, pero innegablemente apasionado. Y, cuando la mañana llegó, la vergüenza y el miedo dominaron el momento. No hablaron de ello. Al día siguiente, la rivalidad continuó como si nada hubiera pasado. Pero Lara no pudo olvidar ese beso. Y, aunque intentó borrar ese recuerdo, algo dentro de ella siempre lo guardó, como un secreto que le pertenecía solo a ella.

Santiago levantó la mirada y, al verla, sonrió de manera calculada, como si supiera exactamente lo que pasaba por su cabeza. Lara, con la mirada firme, no le correspondió. Había aprendido a mantener la calma, a no dejarse llevar por las emociones. Pero, por dentro, la historia de esa noche secreta seguía retumbando en su mente.

Se levantó para irse, pero antes de hacerlo, Santiago la alcanzó. "¿Vas a dejarme sin hablar contigo?", dijo con una sonrisa que no dejaba claro si era amistosa o desafiante.

Lara lo miró con frialdad, pero no pudo evitar sentir la tensión acumulada entre ellos. "No tenemos nada que decir", respondió, su voz firme. Pero, en el fondo, sabía que las palabras no podían borrar lo que había sucedido.

"¿Seguro?", preguntó él, acercándose un paso más. "Porque yo sí tengo mucho que decir."

El corazón de Lara latía con fuerza. Podía sentir que él sabía más de lo que aparentaba. Y tal vez, él también había guardado su secreto.

"Si no tienes nada de valor que decir, mejor vete", dijo Lara, sin poder ocultar el leve temblor en su voz.

Santiago la observó por un largo momento, y en sus ojos había algo que Lara no logró descifrar. Pero antes de que pudiera hacer algo más, él se dio la vuelta y se alejó.

El aire entre ellos seguía cargado. El secreto seguía allí, flotando entre las palabras no dichas. Y, aunque la rivalidad continuaba en el trabajo, Lara sabía que había algo más entre ellos. Algo que no podían ignorar, pero que seguirían ocultando bajo una capa de indiferencia y profesionalismo.

















Porque en el fondo, ambos sabían que, más allá de ser enemigos en el trabajo, compartían algo que nadie más podría entender: un secreto que seguiría uniendo sus destinos, aunque intentaran huir de él.

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