Amor en guerra: Cuando el odio se convierte en pasión?✨
Hace 1 día
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Lucía siempre había sido una persona de pocas palabras, de esas que prefieren observar y escuchar antes que hablar. Era tranquila, pero su vida había sido todo lo contrario: una serie de cambios, mudanzas y nuevas escuelas, lo que la había convertido en una experta en adaptarse a lo desconocido .

Sin embargo, había un lugar en el que nunca había podido encajar: la escuela secundaria.

El instituto se le hacía un campo de batalla, con grupos bien definidos y jerarquías que a veces no comprendía. Y entre esos grupos, había uno que siempre la había intimidado: los chicos populares. Entre ellos, se destacaba Raúl, un joven que parecía tenerlo todo: buena apariencia, simpatía, y una autoconfianza que rozaba la arrogancia.

Raúl y Lucía nunca se habían llevado bien. En la primera semana de clases, ella lo había visto burlarse de su acento, de su ropa modesta, y de la forma en que caminaba. Desde entonces, siempre se mantenían distantes, como dos imanes opuestos. Ella lo veía como un chico superficial, preocupado solo por su estatus, mientras que él la veía como una chica rara, alguien que no se adaptaba a las reglas del juego social.

Un día, después de un examen importante, Lucía se quedó en la biblioteca revisando sus notas, cuando escuchó una voz que la interrumpió. Era Raúl.

"¿Estás estudiando o huyendo del mundo?", dijo con una sonrisa burlona.

Lucía levantó la vista, sorprendida. ¿Qué hacía él allí? Normalmente, prefería las fiestas y el bullicio de la cafetería, no un rincón tranquilo entre estanterías de libros.

"Solo estoy repasando", respondió con calma, sin hacerle mucho caso.

Raúl se sentó frente a ella, cruzando los brazos sobre la mesa. "No me digas que eres de esas personas que disfrutan de este lugar. Parece que te gusta vivir entre libros, como si fuera tu único mundo."

Lucía lo miró fijamente. "Es más real que el tuyo", murmuró, sin pensarlo.

Raúl frunció el ceño. "¿Qué quieres decir con eso?"

"Quiero decir que no todo en la vida es una sonrisa perfecta y una fiesta interminable. A veces, las personas se esconden detrás de esas cosas para no enfrentar lo que realmente sienten", dijo, sorprendida de lo directa que había sido.

Raúl se quedó en silencio por un momento. Algo en su expresión cambió, y Lucía notó una vulnerabilidad que no había visto antes. "Tienes razón", dijo finalmente, aunque su voz sonaba menos segura que antes.

A partir de ese día, comenzaron a encontrarse más seguido, aunque al principio no entendían por qué. Raúl empezó a hacerle preguntas sobre los libros que leía, sobre sus pensamientos. Lucía, por su parte, comenzó a ver más allá de la fachada de Raúl, descubriendo a alguien que también tenía inseguridades y temores, aunque los ocultaba con su actitud arrogante.

Un mes después, Lucía se dio cuenta de que sus sentimientos por él habían cambiado. Pero, ¿cómo podría amar a alguien que había sido su enemigo durante tanto tiempo? La idea de que su amor fuera posible parecía absurda, un amor imposible.

Una tarde, Raúl la invitó a caminar por el parque. No era una cita, pero Lucía sentía que había algo diferente en su mirada. Estuvieron caminando en silencio por un rato, hasta que Raúl la detuvo frente a un banco.

"Lucía… yo… no sé cómo explicarlo, pero desde que te conozco, todo ha cambiado. Mi vida ya no parece tan fácil. Tú… me haces pensar", dijo, sin saber cómo continuar.

Lucía lo miró con los ojos abiertos, sorprendida. "Raúl, no es fácil para mí tampoco. Nunca imaginé que llegaríamos aquí, que podríamos ser algo más que… enemigos."

Raúl sonrió de forma tímida. "No quiero ser solo el chico popular. Quiero ser alguien con quien puedas hablar, alguien con quien puedas ser tú misma."

Lucía tragó saliva, sintiendo el peso de sus palabras. "Raúl… esto no es fácil. Somos demasiado diferentes, y el mundo no nos lo va a poner fácil. ¿Cómo vamos a hacerlo funcionar?"

Él la miró fijamente, con una determinación que Lucía nunca había visto en él. "Tal vez no tengamos todas las respuestas ahora, pero… ¿quieres intentarlo?"

En ese momento, Lucía comprendió que, a veces, el amor no sigue un guion preestablecido. No todo en la vida es blanco o negro, y el hecho de que algo parezca imposible no significa que no sea posible. A veces, solo necesitas dar el primer paso.

"Sí", respondió finalmente, sin pensarlo demasiado. "Vamos a intentarlo."

Y aunque sabían que su amor no sería fácil, que tendrían que enfrentarse a prejuicios, a los juicios de los demás, y a las inseguridades que aún guardaban, decidieron que valía la pena luchar por lo que sentían. Porque a veces, un amor imposible solo necesita el coraje de ser vivido.

























Fin.

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