Lina siempre había sido la mejor en todo lo que hacía. Su familia la había entrenado para ser perfecta: perfecta en la escuela, perfecta en los deportes, perfecta en todo .
Era como si el destino les hubiera asignado el papel de enemigos. Compitieron por todo: las mejores notas, el liderazgo en el equipo de fútbol, hasta el primer lugar en la feria científica. Cada victoria de Lina era recibida por una mirada fulminante de Alex, mientras que cada derrota de él le provocaba una sonrisa satisfecha, pero siempre profesional. Nadie sabía por qué se odiaban tanto, ni siquiera ellos mismos. Todo lo que sabían era que la rivalidad entre ellos era palpable, y no solo en la escuela, sino también en cada rincón de su pequeña ciudad.
Un día, durante una competencia importante de matemáticas, algo cambió. Ambos estaban en el último reto, el cual requería trabajar en pareja. El rostro de Lina se tensó al ver que su compañera asignada era Alex. La idea de tener que depender de él para ganar le parecía un castigo, pero la situación no era negociable. Los dos estaban atrapados en un desafío al que no podían escapar.
El primer minuto fue incómodo. La tensión en el aire era tan densa que casi podía cortarse con un cuchillo. Lina no podía creer que tuviera que colaborar con su mayor rival. Sin embargo, conforme avanzaba el tiempo y se daban cuenta de que, aunque diferentes, ambos eran increíblemente buenos en lo que hacían, la atmósfera empezó a cambiar. Sus diferencias se suavizaron mientras resolvían problemas juntos, con Alex desafiándola y ella manteniéndose firme, aunque comenzaba a admirar su inteligencia y su forma de pensar.
Alex, por su parte, no podía evitar sentirse atraído por la manera en que Lina se concentraba y su dedicación. Sabía que ella lo odiaba, o al menos eso creía, pero algo dentro de él comenzó a hacerle preguntas que no había considerado antes. ¿Qué tan diferente era ella realmente de lo que mostraba al mundo?
A medida que la competencia avanzaba, lo que comenzó como un desafío se transformó en algo más profundo. Se dieron cuenta de que su rivalidad no solo era producto de la competencia, sino de una conexión que ninguno de los dos había anticipado. Cada mirada furtiva entre ellos, cada sonrisa inesperada, creó una chispa que ambos intentaban apagar. Pero la llama seguía ardiendo en su interior.
Cuando finalmente terminaron la competencia y lograron obtener el primer lugar, un silencio incómodo se extendió entre ellos. Habían ganado, pero algo había cambiado. Lina miró a Alex con una expresión que no podía descifrar, y Alex, como si no pudiera contener más sus sentimientos, se acercó lentamente.
"Creo que… hemos estado equivocados todo este tiempo", dijo él, su voz baja pero segura.
Lina lo miró, sorprendida, y antes de que pudiera responder, él tomó su mano, suavemente. "No somos enemigos, Lina. Lo somos solo por fuera. Pero por dentro… tal vez… tal vez podamos ser algo más."
Lina, sorprendida y confundida, sintió una mezcla de emociones que no sabía cómo gestionar. La verdad era que algo había cambiado en ella, algo que ni siquiera su orgullo podía negar. Quizás, solo quizás, la persona con la que había competido tan ferozmente era alguien con quien podría compartir mucho más que solo rivalidad.
Con una sonrisa tímida, Lina respondió: "Nunca pensé que diría esto, pero… tal vez tengas razón."
En ese momento, en medio de la multitud que los rodeaba, ambos supieron que su relación ya no sería la misma. De enemigos por fuera, se habían convertido en algo mucho más complicado, pero también más genuino: dos personas que, aunque no lo admitieran por completo, sentían algo el uno por el otro.
Y así, lo que comenzó como un enfrentamiento se transformó en algo más complejo, pero mucho más real. Enemigos por fuera, pero amantes por dentro.