Rivalidad y deseo: El amor que desafió todo?✨
Hace 1 día
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El viento soplaba fuerte en la cima de la colina, desordenando el cabello de Valeria mientras observaba, con la vista fija, al hombre que había sido su rival durante años. Estaba en la cima del mundo, o al menos eso sentía, observando a Santiago, su peor enemigo, a través de la distancia .

Aunque era un paisaje pintoresco, ella solo veía su figura alta y esbelta, recortada contra el cielo gris.

Desde que se conocieron, su relación había estado marcada por la competencia. Se conocían desde pequeños, sus familias rivales en el mundo de los negocios, pero siempre fue mucho más que una cuestión de trabajo. En la escuela, en las reuniones familiares, todo era una competencia. Quien fuera el mejor, el más brillante, el más exitoso. La rivalidad estaba en su sangre. Nunca se habían llevado bien. Al contrario, siempre se picaban, se desafiaban, se provocaban. La tensión entre ellos era palpable.

Pero ahora, en la calma de la colina, algo había cambiado. La rivalidad seguía allí, pero había algo más, algo que Valeria no lograba entender. Algo en su mirada que la hacía cuestionarse todo lo que había conocido sobre él.

"¿No puedes dejar de mirarme, Valeria?", dijo Santiago, girándose para mirarla fijamente, con una sonrisa arrogante en su rostro. "Te conozco demasiado bien para saber que te atraigo, incluso si no lo quieres admitir."

Sus palabras la sacaron de su trance. Valeria lo fulminó con la mirada, pero la chispa de interés que veía en sus ojos la desconcertó.

"¡No te engañes!", respondió con desdén. "Eso es lo último que quiero. Eres mi enemigo, siempre lo serás."

Pero, a pesar de su furia, algo dentro de ella se removió. Su corazón latió más rápido, sus pensamientos se volvieron caóticos. Santiago tenía razón. Desde siempre, había sentido una atracción inexplicable por él, algo salvaje y prohibido, como un fuego que no podía apagar. La rivalidad que los unía había sido solo una máscara que escondía una tensión aún más profunda.

Los días pasaron, y la competencia entre ellos continuó, pero ahora algo diferente se tejía en el aire. Cada encuentro, cada discusión, llevaba consigo un hilo de electricidad, una tensión creciente que ambos intentaban ignorar. Sus interacciones se volvieron más intensas, cada mirada más cargada de lo que decían. Los desafíos que antes solo tenían que ver con los negocios, ahora tomaban un matiz más personal.

Una noche, después de una reunión tensa y llena de enfrentamientos, se encontraron a solas en el jardín de la mansión. La luna brillaba sobre ellos, creando sombras que se alargaban con cada paso que daban.

Santiago se acercó a ella lentamente, con una expresión que no era la de su típico rival arrogante, sino la de alguien que había perdido el control. "¿Lo sientes, Valeria?", dijo en un susurro. "Este odio... es solo una fachada. Ambos sabemos que lo que realmente hay es algo mucho más intenso."

Valeria lo miró, su respiración acelerada, su cuerpo temblando ligeramente. Quiso negarlo, rechazarlo, pero algo dentro de ella se quebró. Sin una palabra, Santiago la atrajo hacia él, y sus labios se encontraron en un beso explosivo, lleno de esa pasión salvaje que siempre había estado allí, enterrada bajo capas de orgullo y odio.

El beso fue todo lo que ambos habían reprimido durante años: la furia, la rivalidad, el deseo. Finalmente, ese amor salvaje que había estado esperando por emerger salió a la superficie, como una tormenta desatada.

"Lo sabía", murmuró Santiago entre besos. "El amor más salvaje está entre nosotros, Valeria."















Y en ese instante, Valeria comprendió que había estado ignorando lo más real de su vida. Su amor por él no era una casualidad, ni un error. Era el reflejo de todo lo que había sido su relación: una lucha, una pasión, una fuerza incontrolable que finalmente había encontrado su cauce. Y aunque lo que viniera después fuera incierto, ambos sabían que, por fin, se habían entregado al amor más salvaje.

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