En algún punto de nuestras vidas, todos nos hemos encontrado esperando. Esperando que las cosas mejoren, que la vida tome su curso, que las respuestas caigan del cielo .
Imagina que tienes 20 y tantos años, y te sientes perdido, atrapado en la rutina diaria, sin saber qué hacer con tu vida. De repente, las distracciones desaparecen y te enfrentas a la gran pregunta: "¿Qué estoy haciendo aquí?". Es fácil quedar atrapado en las expectativas que la sociedad nos pone, o peor aún, en las historias de amor, éxito y felicidad que vemos en las películas, que parecen tener todo resuelto, con finales felices, decisiones claras y caminos bien trazados.
Pero la realidad no es una película, y vivir esperando que la vida se resuelva sola solo nos deja un vacío. La vida no sucede por arte de magia, y el peor error es pensar que solo podemos ser espectadores. Tenemos que ser actores activos, arriesgar, cometer errores y, lo más importante, vivir por nosotros mismos.
El viaje es incierto, a veces solitario, pero esa es la esencia de ser humano: arriesgarse, levantarse y decidir qué hacer con cada nuevo amanecer. No puedes esperar a que alguien te diga quién eres o qué debes hacer. Es hora de tomar las riendas de tu vida, de contribuir tu propio verso a esta historia llamada vida. Y aunque el miedo al fracaso nos paralice, pregúntate: ¿qué mejor manera de vivir que siendo tú mismo, enfrentando el desafío y aprendiendo en el proceso?
La vida es una sola oportunidad y solo al participar activamente en ella descubrirás quién eres y qué quieres realmente