La validación emocional es una práctica fundamental en la crianza respetuosa, ya que implica reconocer, aceptar y comprender los sentimientos del niño sin juzgarlos ni minimizarlos. Validar las emociones de los niños es clave para su desarrollo emocional y para el fortalecimiento del vínculo afectivo entre padres e hijos .
Fomenta la seguridad emocional: Cuando un niño siente que sus emociones son validadas, se siente más seguro para expresarse abiertamente. Esto fortalece su sentido de confianza y los conecta emocionalmente con sus padres.
Promueve la inteligencia emocional: Validar las emociones ayuda a los niños a comprender y gestionar mejor sus propios sentimientos. Aprenden a identificar lo que están sintiendo y a expresar esas emociones de manera apropiada.
Desarrolla la empatía: Cuando los niños experimentan que sus emociones son comprendidas y respetadas, es más probable que imiten ese comportamiento con los demás. Aprenden a ser empáticos y a reconocer las emociones ajenas.
Reduce la frustración: A veces, los niños no pueden manejar emociones intensas como la ira o la tristeza de manera adecuada. Si sus padres validan estas emociones, en lugar de ignorarlas o corregirlas de inmediato, el niño se siente comprendido y puede calmarse más rápidamente.
Escuchar activamente: El primer paso para validar las emociones de un niño es prestarle atención plena. No se trata solo de oír lo que dice, sino de realmente entender lo que está sintiendo. Esto puede lograrse con contacto visual, lenguaje corporal y frases como "Te entiendo" o "Puedo ver que eso te hace sentir triste".
Reconocer y nombrar las emociones: Ayudar al niño a identificar lo que siente es una herramienta poderosa. Decir cosas como "Parece que estás muy enojado" o "Entiendo que estás frustrado porque no puedes jugar con ese juguete" valida la emoción al ponerle nombre.
Mostrar empatía: Expresar comprensión genuina es clave. Las palabras como "Es completamente normal sentirse así en esta situación" o "Entiendo que esto puede ser difícil" ayudan a que el niño se sienta comprendido.
No minimizar las emociones: Evitar frases como "No es para tanto" o "No deberías sentirte así". Estas respuestas pueden hacer que el niño sienta que sus emociones no son importantes o que sus sentimientos son incorrectos.
Ofrecer apoyo sin juzgar: Es importante ofrecer consuelo y apoyo en lugar de enfocarse en corregir o cambiar la emoción del niño. Frases como "Estoy aquí para ayudarte" o "Te acompañaré hasta que te sientas mejor" proporcionan una sensación de seguridad y apoyo.
Validación sin necesidad de resolución inmediata: A veces, los padres sienten que deben resolver rápidamente el problema del niño o hacer que dejen de sentir lo que están sintiendo. Sin embargo, es esencial permitir que el niño experimente sus emociones y las procese a su propio ritmo. La validación no siempre tiene que ir acompañada de una solución inmediata.
Situación: Un niño se siente frustrado porque no puede armar un rompecabezas.
Respuesta validada:
Este tipo de respuesta valida la emoción del niño, le da espacio para expresar sus sentimientos y le ofrece una opción de apoyo sin imponer una solución.
Cuando los niños crecen en un ambiente donde sus emociones son validadas, desarrollan una mayor confianza en sí mismos y en sus habilidades para manejar sus sentimientos. A lo largo del tiempo, se sienten más seguros al enfrentar desafíos emocionales y están mejor preparados para interactuar con los demás de manera saludable. Además, los niños que experimentan validación emocional en su hogar tienen más probabilidades de desarrollar habilidades sociales sólidas, un sentido de autoaceptación y una mayor capacidad para manejar el estrés y las dificultades de la vida.
En resumen, el poder de la validación emocional radica en su capacidad para ayudar a los niños a sentirse vistos, comprendidos y aceptados. Este proceso no solo mejora su bienestar emocional inmediato, sino que también sienta las bases para una vida emocionalmente equilibrada y saludable.