Según los psicólogos Dr .
Los evasivos valoran su independencia y pueden parecer distantes en las relaciones. Este estilo surge de una infancia donde las muestras de afecto eran escasas o inexistentes, y se enfatizaba la autosuficiencia. Para protegerse del dolor, estas personas aprenden a desconectarse de sus propias emociones y de las de los demás.
Los indecisos tienden a idealizar a sus parejas al principio, pero cualquier defecto percibido puede generar dudas y miedos al abandono. Este estilo suele desarrollarse en niños con cuidadores impredecibles que no priorizaban sus necesidades, creando inseguridad y una alta sensibilidad al rechazo en la vida adulta.
El amor controlador se basa en mantener el control para evitar sentirse vulnerable. La ira es su herramienta para gestionar emociones difíciles, ya que crecieron en entornos donde no se sentían seguros o protegidos. Este estilo refleja una necesidad de autodefensa desarrollada en la infancia.
Los complacientes priorizan el bienestar de los demás sobre el propio, evitando conflictos a toda costa. Este comportamiento nace en hogares donde los estándares eran inalcanzables o los cuidadores eran críticos y difíciles de satisfacer. La infancia de un complaciente está marcada por el miedo al rechazo y la necesidad de aprobación constante.
Las víctimas suelen sentirse indefensas y sin control en sus relaciones. Este estilo se forma en entornos caóticos o abusivos, donde ser obediente era una estrategia para evitar conflictos. A menudo buscan parejas controladoras que repliquen las dinámicas familiares de su niñez.