La Hechicera de los Vientos Dorados: La batalla contra la oscuridad??
Hace 4 días
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En un reino lejano, donde los valles se extendían como alfombras verdes y los cielos brillaban con tonos de oro al atardecer, existía una leyenda. Decían que los vientos dorados no solo eran una maravilla natural, sino que eran portadores de un poder ancestral .

La fuente de este poder era Althaea, una joven hechicera que había nacido con la habilidad única de dominar los vientos, controlando las corrientes de aire con su magia. Pero había algo más en su don: se decía que solo ella podía comunicar el deseo de la tierra a los vientos dorados, y estos le respondían con fuerza y sabiduría.

Althaea vivía en una pequeña cabaña en lo alto de una montaña, un lugar donde la brisa siempre era suave y cálida, como un abrazo que envolvía la tierra. Desde allí, observaba el reino, cuidando que la naturaleza se mantuviera en equilibrio. No solo controlaba el viento, sino que también entendía los susurros de los árboles, los mensajes secretos que traían las aves y las señales en las olas del mar.

Un día, sin embargo, un presagio oscuro llegó a la montaña. El viento comenzó a soplar con furia, en lugar de su suave susurro habitual. Los árboles temblaron y las aguas del lago cercano se agitaron sin razón. Althaea salió a su balcón y miró al horizonte, donde una sombra oscura se extendía lentamente desde el norte, como si estuviera devorando la luz del sol.

El viento dorado trajo consigo un mensaje urgente: "La oscuridad avanza, y solo tú puedes detenerla. Los vientos antiguos te guiarán, pero debes encontrar la fuente del mal."

Decidida a proteger su hogar y a todos los que amaba, Althaea tomó su bastón de cristal, el cual había sido forjado por los vientos mismos, y se adentró en el bosque, seguida por las ráfagas doradas que danzaban a su alrededor. Mientras caminaba, las hojas a sus pies susurraban canciones antiguas, revelándole el camino.

La búsqueda la llevó a un antiguo templo olvidado, en lo profundo del bosque, donde la magia oscura se había asentado. Allí encontró a un ser extraño: una sombra etérea que se alimentaba de los vientos. La criatura había corrompido la corriente de aire y estaba acumulando poder, buscando destruir el equilibrio de la naturaleza.

Con valentía, Althaea levantó su bastón y pronunció las palabras de los vientos dorados. La brisa comenzó a girar a su alrededor, formando un remolino de luz y aire puro. La sombra intentó resistirse, pero la fuerza de los vientos dorados era imparable. La magia de Althaea conectaba con los antiguos espíritus del viento, que le prestaban su poder para purificar la oscuridad.

Después de una feroz batalla de magia, la sombra finalmente fue derrotada, disipándose como niebla en la luz del amanecer. Los vientos dorados volvieron a su calma habitual, y el reino fue restaurado al equilibrio.

Althaea regresó a su montaña, sabiendo que su misión nunca acabaría. Como la Hechicera de los Vientos Dorados, siempre sería la guardiana de la naturaleza y del aire, una protectora incansable de los secretos que el viento traía consigo.











Y así, el viento siguió soplando suavemente, trayendo consigo historias y recuerdos de tiempos antiguos, mientras los habitantes del reino contaban la leyenda de la joven hechicera que controlaba los vientos dorados.

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