En la vida siempre habrá quienes entren y salgan, como si tu tiempo y esfuerzo fueran efímeros. Algunos solo quisieron saber la hora, y otros, simplemente, no estaban destinados a quedarse .
Agradece lo que aprendiste, incluso en medio de decepciones y malentendidos. Las relaciones cambian, evolucionan, y está bien que no todo sea como antes. Las personas crecen, sus pensamientos cambian, y tú también tienes derecho a ser quien eres y quien deseas ser mañana.
No te aferres a quienes esperan que seas como ellos desean, a quienes no entienden tus convicciones o te juzgan por tus cambios. La verdadera madurez está en aceptar que somos distintos y en rodearte de personas que valoren esas diferencias. Que tu círculo esté lleno de quienes te desafíen a crecer, no de quienes intenten moldearte a su comodidad.
¿Alguien te critica? ¿Te juzga? NO es tu problema. El ruido que hacen no es más que el reflejo de sus propias cadenas. Tú, en cambio, eres libre. Libre para equivocarte, cambiar de opinión, y construir tu camino de acuerdo con tus principios y la guía de Dios.
Cierra ciclos. Si alguien no suma, si alguien no respeta tu esencia, déjalo ir. No te quedes atado a quienes no entienden tu libertad. Avanza, cierra la puerta con amor y decisión. Porque en cada final, hay un comienzo, y en cada comienzo, la oportunidad de ser mejor.
Eres libre. Vive con propósito. Vive para ti.