El Reino Oculto de los Elfos: La Elegida del Sable de Lunas??
21 Ene, 2025
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En un rincón apartado del vasto bosque de Valarath, donde los árboles alcanzaban alturas imposibles y las sombras danzaban con una gracia inquietante, existía un reino oculto. Solo aquellos con el corazón puro y la voluntad fuerte podían hallar el camino hacia el Reino de los Elfos, un lugar envuelto en misterio y magia, alejado de los ojos mortales.

Aria, una joven aventurera que había crecido escuchando leyendas sobre los elfos, sentía que algo la llamaba desde el corazón del bosque .

Su vida hasta ese momento había sido común, marcada por las rutinas y la falta de emociones extraordinarias. Pero algo en su interior anhelaba más. Algo que no podía explicar.

Una tarde, mientras caminaba por un sendero conocido, un suave susurro flotó hacia sus oídos. Era como si el viento hablara en un idioma olvidado, y al seguirlo, Aria descubrió una entrada secreta entre los viejos árboles. Un arco de musgo y flores brillantes se erguía ante ella, invisible a la mayoría de los ojos, pero ella lo vio, como si el bosque hubiera decidido revelarse solo para ella.

Cruzó el umbral y de inmediato fue rodeada por una luz suave y plateada. El aire estaba impregnado con un aroma dulce, como la mezcla de flores y magia. Ante ella se extendía un valle exuberante, rodeado por montañas cubiertas de nieve, pero lo que más sorprendió a Aria fue la ciudad en el centro: una urbe brillante construida con cristal y madera, donde las torres se elevaban hacia el cielo y los puentes flotaban sobre ríos de agua cristalina. Los elfos, seres de una belleza etérea, caminaban con gracia, y sus ojos reflejaban la sabiduría de mil años.

Al principio, Aria no podía creer lo que veía. "¿Es esto real?", murmuró para sí misma. Un elfo de cabello plateado y ojos verdes brillantes se acercó a ella, sonriendo.

"Bienvenida, viajera. Has llegado al Reino Oculto de los Elfos, un lugar que solo aquellos con el alma limpia pueden encontrar", dijo el elfo, su voz suave como la brisa de la mañana.

"Pero... ¿por qué me has llamado aquí?", preguntó Aria, sintiendo una mezcla de asombro y confusión.

El elfo asintió y la condujo hacia el centro de la ciudad. "Hace siglos, nuestra gente dejó este reino a los mortales para evitar que nuestra magia fuera mal utilizada. Sin embargo, una antigua profecía ha comenzado a cumplirse. Tú, Aria, eres la clave para salvar el reino de una gran oscuridad que se aproxima. Un poder ancestral ha despertado en las sombras, y solo un corazón valiente puede enfrentarlo."

Aria, sorprendida pero determinada, asintió. No entendía completamente lo que significaba, pero sabía que había algo especial en ella, algo que la conectaba con este mundo mágico. "¿Qué debo hacer?", preguntó.

El elfo la condujo hasta un pedestal de cristal, donde yacía un artefacto antiguo: una espada forjada con el metal de las estrellas. "Este es el Sable de Lunas, el único objeto capaz de detener la amenaza que se avecina. Pero, para empuñarlo, debes aprender a dominar la magia de los elfos, y eso no será fácil."

Día tras día, Aria entrenó con los elfos. Aprendió a manipular la energía de la naturaleza, a escuchar el susurro del viento y a ver más allá de lo que el ojo podía captar. Pero lo que más le sorprendió fue la conexión con los árboles, los animales y el agua. Su magia era una extensión de su ser, y la naturaleza misma parecía responder a sus emociones.

Una noche, mientras entrenaba, sintió una presencia oscura acercándose al reino. Una sombra se deslizaba entre los árboles, y el suelo temblaba con su maldad. Era el mal antiguo que los elfos habían sellado siglos atrás, ahora libre.

Con el sable en mano, Aria se adentró en el bosque para enfrentar la oscuridad. La batalla que siguió fue épica. La sombra intentó consumir la luz del reino, pero Aria, con el poder de la naturaleza y la fuerza de su voluntad, se enfrentó al mal con valentía. La espada de lunas brilló con intensidad, y en un último y feroz golpe, la oscuridad fue desterrada.

Al final, Aria regresó al Reino Oculto de los Elfos, donde los elfos celebraron su victoria. Pero Aria sabía que su misión no había terminado. Había encontrado su verdadero propósito en el mundo de la magia, y estaba lista para protegerlo, siempre, con la fuerza de su corazón.
















El Reino de los Elfos, aunque oculto a los ojos de los mortales, nunca volvería a ser el mismo. Y Aria, ahora una guardiana de su magia y secretos, se convirtió en una leyenda que los elfos contarían durante generaciones.

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