¿Alguna vez has oído hablar de alguien que escapó de la cárcel no una, ni dos, sino cuatro veces, burlando sistemas de seguridad que parecían impenetrables? Esta es la historia de Yoshie Shiratori, un hombre cuya increíble habilidad para fugarse lo convirtió en una leyenda en Japón.
Shiratori no era un criminal común. Fue condenado por un crimen que nunca cometió, tras soportar torturas brutales que lo llevaron a confesar falsamente .
La primera fuga fue casi un truco de magia. Con un pequeño trozo de metal que arrancó de un cubo, abrió la cerradura de su celda y desapareció como un fantasma. Aunque fue capturado poco después, su espíritu indomable no se rompió. En su segunda prisión, escapó por un tragaluz que nadie revisaba, burlando nuevamente a los guardias que lo creían seguro.
La tercera fuga rozó lo inverosímil: oxidó las cerraduras de su celda usando sopa de miso que le daban a diario. Con una paciencia y habilidad sobrehumanas, desarmó las estructuras metálicas y escapó a través de un diminuto hueco. Su destreza y determinación dejaron a todos atónitos.
Finalmente, cuando lo trasladaron a una celda que parecía inexpugnable, excavó un túnel por el suelo mientras los guardias vigilaban su puerta día y noche. Fue la última de sus legendarias fugas.
Sin embargo, la historia de Shiratori no es solo la de un maestro escapista. Es la de un hombre que luchó contra la injusticia y que, pese a todo, nunca lastimó a nadie durante sus fugas. Su valentía y su ingenio lo convirtieron en una especie de antihéroe.
¿El final? Cumplió su condena en paz y salió de prisión siendo un hombre libre.