¿Y si te dijera que tu memoria no es más que una narradora imperfecta, torpe y parcial? Esa voz interna que asegura que recuerdas todo con claridad podría estar engañándote. Lo curioso es que no lo hace por maldad, sino porque tu cerebro, con sus limitaciones, prefiere las emociones a los hechos.
Piensa en esto: las emociones intensas moldean tus recuerdos, pero no siempre reflejan la realidad .
Este fenómeno no se limita al amor. Las emociones fuertes –miedo, tristeza, euforia– pueden ser malinterpretadas. Así, puedes creer que amas, odias o incluso recuerdas algo por completo, cuando en realidad tu cerebro solo está rellenando los huecos con lo que le parece más lógico.
La memoria es increíblemente maleable. Casos reales lo confirman: testigos que recuerdan rostros equivocados, víctimas que identifican inocentes y detalles que cambian con el tiempo. Incluso en relaciones tóxicas, el estrés y la excitación emocional pueden crear un vínculo que parece inquebrantable, pero que en realidad está cimentado en confusiones emocionales.
¿Y qué decir del amor? Al principio, todo parece emocionante, pero cuando las emociones se calman, el cerebro busca "puentes más largos y peligrosos". Ese es el reto de las relaciones: no depender de emociones mal atribuidas, sino construir algo sólido y consciente.
Así que la próxima vez que sientas algo intenso, pregúntate: ¿es real o solo una ilusión de tu cerebro? Quizás no has vivido la vida que crees haber vivido, pero eso no significa que no puedas empezar a vivirla con los ojos bien abiertos.