Imagina un caso tan desconcertante que incluso el genial Sherlock Holmes no habría sido capaz de resolverlo. Un misterio tan real y tan retorcido que ni la astucia de los detectives más agudos logra desvelarlo .
Mariángel vivía sola, con la ayuda ocasional de su sirvienta, Helen. Una tarde, como muchas otras, ella se sentó tranquila en su salón, leyendo una revista, cuando algo rompió la calma. Un fuerte golpe desde su piso superior despertó la preocupación de su vecino, Arthur Adams, quien decidió investigar. Al llegar a la puerta de su casa, la encontró abierta y, al entrar, escuchó a alguien en su interior. Sin embargo, lo que encontró después, cambió por completo el curso de esta historia.
En lugar de encontrar a la señora Crist, descubrió a un extraño hombre bajando apresuradamente las escaleras, sin mediar palabra, y huyendo de la escena. Tras comprobar que la anciana no respondía, el vecino y la sirvienta encontraron el cuerpo sin vida de Mariángel, tirado en el suelo, rodeado de sus pertenencias intactas... excepto por un broche de diamantes que había desaparecido.
Lo más inquietante de este caso fue la aparición de un hombre llamado Oscar Slater, quien, al intentar vender un broche similar, fue rápidamente señalado por testigos como el principal sospechoso. A pesar de las inconsistencias en los testimonios y la falta de pruebas sólidas, Slater fue condenado a muerte. Sin embargo, la sombra de la duda nunca desapareció.
A lo largo de los años, la investigación continuó y surgieron múltiples teorías. ¿Quién pudo haber matado a Mariángel Crist? ¿Cómo sabía el asesino exactamente dónde encontrar las joyas en su casa, un secreto conocido solo por muy pocas personas? La evidencia apuntaba a un círculo cercano, quizás un familiar, que conocía demasiado bien sus costumbres y su fortuna.
Este caso, lleno de giros inesperados y pruebas que no encajan, sigue siendo un misterio sin resolver. Un crimen que dejó más preguntas que respuestas, y que, a pesar de los esfuerzos de investigadores y escritores como Arthur Conan Doyle, nunca tuvo un cierre satisfactorio. La historia de Mariángel Crist sigue siendo un enigma, recordándonos que hay secretos en el mundo que incluso los más grandes detectives no pueden desvelar.