Casualidades que unen destinos??
Hace 4 días
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El sonido del tren retumbaba en la estación, y Laura apuraba el paso, sin prestarle demasiada atención a su alrededor. Se había acostumbrado a la rutina diaria: tomar el tren, llegar a la oficina, trabajar, volver a casa .

Nada emocionante, nada que rompiera el ciclo. Pero esa mañana algo cambió.

Mientras esperaba que el tren llegara, su teléfono vibró. Un mensaje. "¿Nos vemos hoy?", le preguntaba su amiga Andrea. Laura suspiró. No sabía si tenía ganas de salir después de un día agotador. "Solo cinco minutos", pensó. Se respondió a sí misma, sin mucho convencimiento.

El tren llegó con un estruendo, y Laura se subió automáticamente a su habitual vagón. Estaba casi vacío, pero al fondo, junto a la ventana, había una persona. Un hombre, que le pareció familiar, aunque no lograba ubicarlo. Su mirada cruzó con la suya por un instante, pero enseguida Laura desvió la vista, incómoda.

Al llegar a la siguiente estación, el hombre se levantó y se acercó a ella. “¿Laura?”, preguntó con una sonrisa tímida.

Laura lo miró confundida. "¿Nos conocemos?"

Él rió suavemente. "Soy Andrés, de la universidad. Compartimos clases de Literatura, hace… cinco años."

Laura frunció el ceño, buscando en su memoria. Y luego, como un destello, lo recordó. Un compañero callado, siempre sentado en la fila del fondo, con el que nunca había hablado mucho. Solo intercambiaban miradas ocasionales durante las clases.

“Vaya, no te reconocí”, dijo, sonrojándose un poco. “Es sorprendente encontrarnos aquí, ¿no?”

Andrés asintió, con una expresión nostálgica. “Sí, la vida está llena de casualidades.”

Durante el resto del viaje, ambos conversaron de manera relajada, como si los cinco años de silencio nunca hubieran existido. La conversación fluía sin esfuerzo, y Laura empezó a sentir que aquellos años pasados ya no importaban. Lo que importaba era el momento, el ahora, el haberlo encontrado de nuevo por pura casualidad.

Al bajar del tren, Andrés la invitó a tomar un café. Laura, sorprendida por su propia respuesta, aceptó. No era algo que normalmente haría, pero había algo en Andrés que le decía que valía la pena intentarlo.

En el pequeño café, entre risas y anécdotas, ambos se dieron cuenta de que las casualidades no siempre son tan al azar. A veces, los caminos se cruzan para dar paso a algo nuevo, algo que, aunque inesperado, parece encajar perfectamente en el rompecabezas de la vida.














Y así, en medio de esa casualidad, Laura encontró algo que no había estado buscando: una amistad que prometía ser mucho más.

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