Querido Lucas,
Es extraño cómo las palabras pueden hacer que el tiempo y el espacio se desvanezcan. Hoy, al sentarme a escribirte, siento que no importa cuánto tiempo haya pasado desde nuestra última conversación, ni cuántos kilómetros nos separen .
Recuerdo el primer día que nos conocimos. No fue nada grandioso, pero en ese momento, nunca imaginé que un simple "hola" se convertiría en tantas risas, secretos y recuerdos que ahora atesoro. Al principio, éramos solo dos chicos más entre la multitud, pero pronto descubrí que tú eras diferente. No porque fueras perfecto, sino porque eras real. Y eso, querido amigo, es lo que más aprecio de ti.
Cada carta que te envío, incluso si no la recibes, es mi manera de seguir conversando contigo, de seguir siendo esa amiga que siempre estuvo allí, en las buenas y en las malas. Las distancias, aunque largas, no nos separan. Tú sigues siendo mi confidente, el primero con quien comparto mis alegrías, mis miedos, mis esperanzas.
¿Recuerdas la vez que nos quedamos despiertos hasta tarde, hablando de nuestros sueños y planes para el futuro? Aún guardo esos momentos en el fondo de mi corazón, porque aunque las circunstancias han cambiado, ese vínculo sigue intacto.
Quiero que sepas que siempre estaré aquí, como lo prometí. Aunque el mundo cambie y nuestras vidas den giros inesperados, mi amistad hacia ti no lo hará. Siempre podrás contar conmigo, porque eso es lo que hacen los mejores amigos, ¿verdad? Se mantienen cerca, incluso cuando están lejos.
Quizás nunca te llegue esta carta, o tal vez, ya no sea necesario que te la envíe, porque en el fondo, sé que siempre lo sabrás. La amistad, la verdadera, no necesita de palabras para existir. Pero aun así, quiero que sepas, que te extraño, y que siempre estaré aquí.
Con cariño, Valeria
P.D. A veces, la mejor manera de decir algo es no decir nada. Pero tú y yo sabemos que eso nunca ha sido un problema.