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La novela.
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Marianne
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Ella le pagó 150 dólares a ese hombre, que suponía que era un gigoló. Sin embargo, al día siguiente, descubrió que él era su nuevo jefe de la empresa donde trabajaba .
Le preocupaba que el hombre se vengara de ella y la despidiera, sin saber que él ya se sentía enganchado por ella.
=====
Era de noche y acababa de tener relaciones s*xuales con un hombre que no conocía.
No soy una mu**rzuela. Hice eso porque estaba muy triste.
El novio con el que había estado saliendo por tres años me dijo que no era amable, considerada ni s*nsual antes de irse a Inglaterra con una mujer rica.
A pesar de que, ante mis amigos, aparentaba ser fuerte, estaba muy triste, así que, para animarme, fui sola a un bar y bebí mucho.
Fue en ese bar donde conocí a ese hombre, del cual ni siquiera recordaba su apariencia.
De pronto, escuché el sonido del agua corriendo. Él estaba tomando una ducha.
Abrí los ojos lentamente y vi que estaba en una lujosa habitación de huéspedes.
El sol de la mañana brillaba sobre las sábanas, la r**a interior y los zapatos que estaban tirados sobre la alfombra.
Levanté el edredón y miré mi cuerpo d*snudo, que estaba lleno de marcas de b**os apasionados.
Cerré los ojos y algunos recuerdos pasaron por mi mente. Casi todos eran fragmentos de lo que había pasado ayer.
El hombre había presionado mi cuerpo contra el suyo...
Tenía que admitir que las habilidades del hombre en la c*ma no eran tan malas...
Oh, no, ese no era el momento para pensar en esas cosas.
Nunca me había acostado con un extraño. En aquel entonces, no sabía cómo afrontar todo lo que había pasado.
Pensé en huir antes de que el hombre saliera del baño y me viera, así que me levanté de la cama, me vestí, cogí mi bolso y caminé de puntillas hasta la puerta.
Sin embargo, la puerta del baño se abrió antes de que pudiera huir y vi a un hombre muy guapo.
Tenía cabello grueso y dorado y un rostro muy atractivo. A través de su bata de baño, que estaba un poco suelta, podía ver el contorno de los músculos de su pecho. Él era muy fuerte y s*nsual.
Mi corazón empezó a latir muy rápido. No podía controlar mis emociones.
Este hombre era mucho más guapo que el desgraciado de mi exnovio.
De repente, el recuerdo de nuestra noche de pasión volvió a aparecer en mi mente... al darme cuenta de lo que había pasado entre nosotros, sentí que mis mejillas ardían.
Negué con la cabeza, intentando sacar esos recuerdos de mi mente. Me abaniqué con la mano para calmar mi agitado corazón, pero fue inútil.
En comparación con mi inquietud y mi ansiedad, el hombre estaba muy tranquilo.
Cuando levanté la vista, me percaté de que él me estaba mirando de pies a cabeza, como si estuviera examinando un producto.
Vi que la comisura de sus labios se torcía y que mostraba una expresión desdeñosa. ¿Por qué estaba haciendo esa mueca?
El hombre caminó hacia la cama y cogió su billetera.
Dentro, vi que tenía un fajo grueso de billetes.
¿Qué significaba esto? ¿Él quería pagarme por eso?
¿Pretendía tratarme como una pr*stituta?
Me sentí muy ofendida y decidí contraatacar.
De inmediato, saqué los 150 dólares que tenía en mi bolso y los tiré sobre la sábana antes de que él pudiera darme el dinero.
Me crucé de brazos y fingí estar tranquila. "Aunque eres guapo, no tienes muy buen físico y tus habilidades en la c*ma no son muy buenas", dije, mirándolo fijamente. "Esto es todo lo que vales".
Dije eso a propósito, ya que, como estaba cara a cara con un hombre que quería humillarme, no quería que él se diera cuenta de que ahora no tenía mucho dinero.
"¿Qué dijiste?" El hombre preguntó. Por su tono de voz, se notaba que estaba furioso.
Como yo ya había dicho lo que sentía, no podía retractarme.
No importaba lo avergonzada que estuviera, tenía que obligarme a mantener la calma.
Para hacer mi actuación un poco más creíble, me acerqué al hombre y le di unas palmaditas en el hombro.
"Te sugiero que me hagas un descuento y que mejores tus habilidades", le dije en un tono serio. "Una vez que hayas obtenido más experiencia, puedes cobrar más".
Después de esto, me volteé y me fui lo más rápido que pude.
No obstante, mientras huía, pude escuchar al hombre exclamar: "¡M*ldita sea!"
Lo había hecho enojar...
Capítulo 2 Bella: ¡Era él!
No me atrevía a detenerme y caminé más rápido.
Si el hombre intentaba usar su fuerza para frenarme, era obvio que yo no fuera rival para él.
Por fortuna, no intentó alcanzarme.
Todavía tenía miedo y estaba temblando cuando salí del hotel. Puse mi mano sobre mi agitado corazón, agradeciendo que había sido muy rápida al huir.
En el futuro, ya no tendría nada que ver con ese hombre, puesto que no sabía su nombre ni dónde vivía. Ya no tenía que preocuparme más por él, así que me sentí más relajada.
Después de desayunar, decidí ir a la empresa y, cuando estaba a medio camino, recibí una llamada de Susan, mi madre.
"Hija, tu tío John cumple 60 años hoy", me djio cuando contesté. "Vamos a celebrar con un banquete en el hotel Conrad. Tienes que ir".
"No, mamá. No quiero ir". Respondí. Sabía que, si iba al banquete, tendría que ver a mi padre y a mi madrastra.
Pese a que ya era adulta, mi padre nos había engañado a mí y a mi madre y yo aún no podía perdonarlo.
"Tu tío John y tu tía Carter siempre han sido muy buenos contigo", mi madre dijo, intentando persuadirme. "Ellos fueron los que me dijeron que te invite".
Yo sabía que mis tíos siempre se habían portado bien conmigo. Cuando mi padre nos dejó, yo tenía menos de diez años.
En ese entonces, si no hubiera sido por el tío John y la tía Carter, la vida de mi madre y la mía hubiera sido mucho más difícil de lo que había sido.
"Está bien, iré". Respondí, después de pensarlo por un momento.
"Por favor, no causes problemas cuando veas a tu padre". Mi madre me pidió en un tono suplicante.
"No te preocupes que ni él ni yo causaremos problemas". Dije antes de colgar el teléfono.
En aquel entonces, mi madre se había arrodillado en el suelo, delante de mi padre, suplicándole que no nos dejara.
Mientras no se divorciaran y él pudiera darnos un hogar a las dos, ella había estado dispuesta a ignorar el amorío que él tenía.
Sin embargo, el desgraciado de mi padre no había estado satisfecho con ese arreglo y al final no solo se divorció de mi madre, sino que también se había llevado todo el dinero que teniamos, dejándonos sin un solo centavo y sin un lugar dónde vivir.
Después de eso, solo mi madre y yo sabíamos lo mucho que habíamos sufrido...
Cuando llegué a la empresa, despejé mi mente de esos recuerdos amargos. Había llegado justo a tiempo.
Fui hacia mi escritorio y Joey Farmiga, mi colega, se acercó a mí. "Hola, querida", me saludó.
Estaba de buen humor esta mañana. "¿No terminaste con tu novio? No se nota tu tristeza".
Yo solía tener una buena relación con Joey y sabía que no había dicho eso con malas intenciones.
"Anoche me gasté 150 dólares en un pr*stituto, para consolar mi corazón herido", dije con una sonrisa.
"¿Tan poco?" Joey preguntó, curvando los labios. "Un hombre tan barato no puede haber sido muy bueno".
Tan pronto como escuché esto, supe que Joey no se lo había tomado en serio.
Solíamos hacernos todo tipo de bromas. Cualquiera que nos escuchara, pensaría que éramos personas muy lib*rales, que solían contratar pr*stitutos y pagar por divertirse, pero la verdad era que, en la vida real éramos conservadoras y no teníamos la mente tan abierta como aparentábamos.
Incluso si le había dicho a Joey directamente que había t**ido r**aciones con un pr*stituto la noche anterior, ella pensó que estaba bromeando. No creía que eso fuera verdad.
Decidí no explicarle, solo sonreí y me quedé callada.
"Por cierto", Joey dijo, cambiando el tema. "Acabo de escuchar que la empresa tiene un nuevo jefe".
"Yo soy solo una asistente", respondí. Mi estado de ánimo era muy tranquilo, como un lago sin olas. "No me importa quién sea el nuevo jefe".
No obstante, Joey siguió. "Escuché que es el heredero del Grupo Wharton y que su padre es un alto funcionario del gobierno y su madre es la presidenta de la sede", explicó.
"También escuché que es guapo y joven. Ahora, todas las mujeres de la empresa se mueren por ver si los rumores son ciertos". Mientras más hablaba, más se emocionaba.
"Suena como alguien inalcanzable", respondí. "No creo que alguna de nosotras esté a su altura". Todavía estaba muy tranquila, ya que no podía fantasear con un hombre con el que no tenía ninguna chance.
Al mismo tiempo, Gary Ackerman, mi superior, vino hasta donde Joey y yo estábamos.
"El nuevo jefe va a asumir el cargo", me dijo, muy serio. "Todo el personal que tenga un puesto por encima del de gerente de departamento tiene que ir a la sala de conferencias, para la reunión de presentación".
Me apresuré a tomar mi libreta y mi bolígrafo y lo seguí.
De pronto, Joey me miró y parpadeó un par de veces. Cuando la vi, me di cuenta que quería que le tomara una foto al nuevo jefe.
Sin embargo, al entrar a la sala de conferencias, vi que estaba llena de gente. Yo solo era una asistente, así que me fui a una esquina a sentarme.
De hecho, no estaba interesada en el nuevo jefe en absoluto. En ese momento, en lo único que podía pensar era en el rostro del hombre de esta mañana.
Me acordé en la expresión que puso cuando le entregué los 150 dólares y no pude evitar taparme la boca y reírme.
Ahora que lo pensaba bien, tenía que admitir que había ido muy lejos.
Pero el hombre me había mirado con desprecio.
Además, había sacado su billetera y pretendía pagarme, como si fuera una pr*stituta.
Yo solo había usado su mismo método y había hecho lo mismo que él quería hacer.
De repente, volví a la realidad al escuchar que todos los asistentes empezaban a aplaudir.
Un hombre guapo, que vestía un traje negro, entró en la sala de conferencias rodeado de gente.
Me quedé mirando ese hermoso rostro por varios segundos sin poder cerrar la boca por la sorpresa.
¿Por qué él estaba aquí?
Pensé que algo andaba mal con mi vista y me froté los ojos.
Cuando los volví a abrir, me di cuenta que el nuevo jefe era el hombre con el que me había acostado la noche anterior.
Había gastado 150 dóiares para a*ostarme con él y ahora veía que ese hombre era el nuevo jefe.
¡Dios mío! ¿Era demasiado tarde para salir corriendo de ahí?
Capítulo 3 Bella: Ofendiendo al jefe
Había gastado 150 dólares para a*ostarme con un pr*stituto que, al final, había terminado siendo el nuevo jefe. No podía creerlo. Era demasiado insólito para ser verdad.
De pronto, me acordé de lo que le había dicho al nuevo jefe... que sus habilidades en la c*ma no eran muy buenas y que debería hacerme un descuento...
¡Dios mío! ¿Por qué le había dicho eso?
Si llegaba a reconocerme, ¿me despediría?
No, no me podían despedir. Mi madre y mi hermana todavía necesitaban que las ayude con los gastos.
Tenía que calmarme. No podía perder los estribos.
Respiré hondo un par de veces y traté de mantener la calma, pero me temblaban las piernas.
Miré al hombre que estaba sentado frente a mí y me aseguré de que no notara mi presencia. Solo así me sentí un poco aliviada. Bajé la cabeza y cubrí mi rostro con mi largo cabello.
Ahora todo lo que deseaba era que Herbert Wharton, el nuevo jefe de la empresa, no me prestara atención.
Por fortuna, había mucha gente en la sala de conferencias, así que lo más probable era que no me haya visto.
Cada segundo que tuve que estar en ese lugar fue una tortura para mí.
Por fin, la reunión llegó a su final y respiré un poco más tranquila, ahora que, al parecer, las cosas habían salido mejor de las que me esperaba. Parecía que Herbert no se había dado cuenta que yo estaba ahí.
Cuando llegó el momento de salir de la sala de conferencias, me apresuré en pararme y escaparme en medio de la multitud.
Al regresar a la oficina, lo primero que hice fue llevar a Joey a un lado y contarle lo que había pasado.
Joey me miraba boquiabierta. Estaba en shock. "Tuviste mucha suerte de a*ostarte con el nuevo jefe".
"Deja de bromear", le respondí. "Me preocupa que quiera vengarse de mí y termine despidiéndome. Todavía tengo que ayudar a mi madre y a mi hermana a pagar sus gastos. No puedo perder mi trabajo". Estaba muy ansiosa y me volví a arrepentir de mi comportamiento errático.
¿Por qué había tenido que ir a ese bar a beber sola? ¿Por qué tuve una a*entura de una n*che con un hombre que no conocía?
¿Por qué le pagué 150 dólares? ¿Por qué le dije que sus habilidades en la c*ma no eran buenas?
Me encontraba en una situación muy difícil.
Sin embargo, Joey se encogió de hombros. "No te preocupes", me dijo, tratando de consolarme. "Tal vez él ni siquiera te vio".
Aun así, antes de que ella pudiera terminar de hablar, se escuchó la voz del gerente. "Bella, el Sr. Wharton quiere que vayas a su oficina cuanto antes". Dijo.
Fui a la oficina del nuevo jefe sintiéndome nerviosa e inquieta.
Al entrar en la oficina, vi a ese hombre que ahora era familiar y mi respiración se aceleró.
La última vez que lo había visto había sido en el hotel. Él había estado en bata.
Ahora, tenía puesto un traje y era el nuevo jefe de la empresa.
La vida siempre estaba llena de sorpresas.
Desde que di un paso dentro de la oficina, él había estado revisando documentos en su escritorio, como si no hubiera notado mi presencia.
"Sr. Wharton", dije en un tono halagador, después de respirar hondo. "¿Me estaba buscando?"
Él levantó la mirada y, rápidamente, sonreí. No quería ofenderlo de nuevo. Mucho menos ahora que era el jefe de la empresa.
Por su parte, Herbert me miraba de pies a cabeza con sus ojos hostiles y llenos de desdén.
En resumen, me estaba haciendo sentir muy incómoda.
Odiaba mucho su mirada. Era muy desdeñosa, como si estuviera mirando a una hormiga o a un bicho.
De todos modos, todavía tenía que trabajar en su empresa, así que todo lo que podía hacer era aguantarme.
Eventualmente, dejó el bolígrafo a un lado y se recostó en el amplio asiento de cuero. "No me imaginaba que las trabajadoras de la empresa fueran tan lib*rales", dijo con frialdad. "En serio no me esperaba eso".
Su fría voz y sus provocativas palabras hicieron que respondiera sin pensar. "Pues parece que su vida privada también está llena de sorpresas". Dije.
'Somos iguales', pensé para mis adentros. 'Si yo soy una p*rvertida, entonces tú eres un m*jeriego'.
Al escuchar esto, la expresión de Herbert, el nuevo jefe, se volvió muy fea.
Parecía que había vuelto a ofender a mi jefe...
Capítulo 4 Bella: Nuestra ambigua relación
Bajé la cabeza de inmediato. A pesar de que estaba feliz de haberle dicho lo que se merecía, me sentía un poco arrepentida de haberlo hecho.
Al fin y al cabo, quería seguir trabajando en Wharton Group. No debí haber actuado de manera tan impulsiva.
Después de decir eso, la oficina se quedó en completo silencio. Incluso se podían escuchar nuestras respiraciones.
Levanté la vista para ver el rostro del jefe y vi que me estaba mirando con una expresión muy complicada.
No tenía idea lo que él estaba pensando.
De pronto, lo vi sacar 150 dólares de su billetera y ponerlos frente a mí.
"Señorita Stepanek, creo es necesario que le deje en claro que, aparte de ser el jefe de la sede del Grupo Wharton, no tengo ningún otro trabajo", dijo en un tono de voz muy serio. "Por eso le pido que acepte los 150 dólares de vuelta".
Estaba atónita, ¿entonces él me había hecho venir hasta su oficina solo para demostrarme que no era un pr*stituto?
"Entiendo lo que quiere decir", respondí con una sonrisa.
Suspiré, aliviada, para mis adentros. Tal vez las cosas no eran tan serias como pensaba.
Sin embargo, cuando extendí la mano para recibir los 150 dólares, él puso otros 100 dólares.
Esto me dejó muy sorprendida y lo miré, desconcertada.
"¿Señor Wharton?" Pregunté, confundida.
"Estos 100 dólares son tu recompensa, por lo que hicimos anoche", dijo con un aire de superioridad. "Como no eres muy buena en la c*ma, esto es todo lo que vales".
'M*ldita sea', pensé para mí misma. Tenía muchas ganas de insultarlo en voz alta.
Lo que me había querido decir era que yo era incluso más barata que un pr*stituto sin talento que valía 150 dólares. ¿Solo valía 100 dólares?
Me sentí muy desdichada, pero no quería perder mi trabajo, así que, aunque estaba furiosa, no podía demostrarlo.
Respiré hondo para calmar mi ira.
Luego cogí los 250 dólares. "Si eso es todo, regresaré a trabajar". Dije.
Salí corriendo de la oficina del nuevo jefe y, tan pronto como regresé a mi cubículo, Joey se me acercó.
"¿Por qué te estaba buscando?" Me preguntó.
"Para decirme que, aparte de este, no tenía otro trabajo", respondí después de pensarlo por un momento.
"¿Eso fue todo?" Joey insistió.
No podía decirle lo que pasó después de esto. Me sentía muy avergonzada.
"Eso fue todo", dije, encongiéndome de hombros.
"Qué aburrido", Joey exclamó. Se veía muy descontenta.
"¿Estás decepcionada?" Pregunté.
Al oír esto, Joey se rió. "Pensé que te estaba buscando para seguir con su relación am*rosa". Dijo.
"No estoy interesada". Respondí a toda prisa.
"¿No estás interesada?" Joey dijo, indignada.
"Por Dios, ¿sabes qué dirían los demás si supieran que te a*ostaste con el nuevo jefe?" Suspiró. "¿Sabes cuántas mujeres estarían celosas de ti?" Preguntó, mirando la foto de Herbert en su teléfono.
Solo bastó unas cuantas horas para que la foto del nuevo jefe se vuelva viral en los chats grupales de las trabajadoras de la empresa.
"Entonces será mejor que mantengas la boca cerrada", le advertí. "No quiero ser la envidia de nadie". Sonreí, negando con la cabeza.
No obstante, Joey no quiso dejarme ir tan fácil. "Oye, dime, ¿qué se siente t*ner s*xo con el jefe?" Preguntó, arqueando las cejas.
Levanté una ceja y sentí que me estaba sonrojando. "Es... como cualquier otro hombre", dije, pese a que mi corazón estaba latiendo muy rápido al recordar la noche anterior. "Si no me crees, puedes comprobarlo tú misma".
"Ojalá pudiera". Joey dijo, suspirando. Luego puso los ojos en blanco y regresó a su cubículo.
A pesar de que me había a*ostado con el nuevo jefe, había sido una lástima que haya estado tan borracha en ese momento y no pudiera recordar con exactitud todo lo que había sentido.
Mientras pensaba en esto, me arrepentí un poco.
Aun así, ya no tendría otra oportunidad para volver a acostarme con Herbert en el futuro.
Si no fuera porque él era el nuevo jefe de la empresa, no habría ninguna conexión entre nosotros.
Justo cuando estaba pensando en esto, mi teléfono sonó.
Era una llamada de Susan.
Sabía que llamaba para recordarme que asistiera a la fiesta de cumpleaños del tío John, más tarde.
Respiré hondo al pensar en la escena a la que posiblemente tendría que enfrentarme esta noche...
Pedí permiso para salir temprano del trabajo y, a la una de la tarde, llegué al Hotel Conrad.
Le entregué su regalo de cumpleaños al tío John y dije unas palabras en su honor.
Mi padre aún no había llegado, y no tenía intención de ver lo felices que él y su am*nte eran.
Estaba pensando en irme antes de que él llegara, pero la tía Carter me detuvo.
"Bella, nos iremos después de almorzar", me djio. "Estamos esperando que llegue otro invitado muy importante".
"¿Qué invitado importante?" Pregunté con curiosidad.
El tío John y la tía Carter eran personas comunes y corrientes, y sus amigos eran personas trabajadoras, como nosotras. ¿Por qué el tío tendría invitados importantes?
"Es el hijo de uno de los compañeros de armas de tu tío John", la tía Carter respondió emocionada. "Ah, por cierto, también es el nuevo jefe de tu empresa".
"¿Qué?" Exclamé. Estaba atónida al escuchar lo que la tía Carter había dicho.
Herbert otra vez. ¿Por qué tenía que toparme con él donde sea que vaya?
Sin embargo, no esperaba que a continuación él presenciara su momento más vergonzoso...
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