¿Alguna vez te has preguntado por qué, a pesar de dormir 9 o 10 horas, te sigues sintiendo agotado al despertar? ¿Por qué hay personas que duermen menos, pero se levantan llenas de energía y listas para afrontar el día? La clave no está en cuántas horas duermes, sino en cómo duermes y, sobre todo, en lo que haces durante el día. Hoy vamos a descubrir por qué la calidad del sueño es mucho más importante que la cantidad de horas que pasas en la cama.
Imagina a Esteban, que cada mañana golpea el despertador a las 7:00 am, casi arrastrándose fuera de la cama .
Por otro lado, está Marcel, quien se despierta a las 6:00 am, se expone a la luz del día, trota durante 20 minutos y comienza su jornada lleno de energía. Aunque duerme solo 7 horas, se siente alerta, productivo y con suficiente energía para disfrutar de su tiempo libre por la tarde y la noche. ¿Cómo es posible que Marcel, con menos horas de sueño, esté mucho más activo y descansado que Esteban?
La respuesta está en que el sueño profundo es lo que realmente importa. Durante las primeras 5 horas de sueño, nuestro cuerpo entra en la fase más reparadora, donde se eliminan las toxinas metabólicas que se acumulan en el cerebro. Pasar tiempo en sueño profundo es crucial para que tu cuerpo y mente se regeneren. Después de esas 5 horas, el sueño se vuelve más superficial, lo que significa que, aunque estés en la cama mucho tiempo, no necesariamente estás obteniendo el descanso reparador que necesitas.
Marcel, además de tener una rutina de sueño regular, se asegura de mantener su cuerpo activo durante el día. La actividad física eleva la temperatura corporal, lo que manda una señal al cerebro de que debe mantenerse alerta. Cuando nuestro cuerpo experimenta un aumento de temperatura durante el día, nos sentimos más energizados, y la caída de temperatura al dormir favorece un sueño más profundo y reparador. En cambio, Esteban, que pasa la mayor parte del día sentado y viendo televisión, no activa su cuerpo lo suficiente, lo que hace que se sienta somnoliento todo el tiempo y, cuando llega la noche, le cuesta conciliar el sueño de manera efectiva.
Además, Marcel aprovecha la luz natural durante el día. La luz del sol reduce los niveles de melatonina, la hormona que nos induce al sueño, lo que le permite mantenerse activo y alerta. Esteban, al pasar la mayor parte del día en interiores y sin exponerse a la luz, mantiene elevados los niveles de melatonina, lo que lo deja constantemente cansado y somnoliento.
Entonces, si estás buscando despertar con más energía y mejorar la calidad de tu sueño, es esencial que comiences a cambiar tu rutina diaria. No se trata solo de dormir más, sino de preparar a tu cuerpo para un descanso más reparador. Incorporar actividad física durante el día, exponerte a la luz natural, y establecer una rutina constante de sueño, son los pilares fundamentales para dormir bien y sentirte descansado.