5 Personas que se salvaron gracias a fantasmas: Relatos que desafían la lógica y la muerte
A lo largo de la historia, existen relatos inquietantes de personas que, al estar al borde de la muerte, han experimentado la presencia de figuras inexplicables, a veces descritas como fantasmas o entidades misteriosas. Estos encuentros ocurren en momentos de desesperación y peligro extremo, cuando la supervivencia parece imposible .
En la famosa expedición de Ernest Shackleton a la Antártida en 1914, los miembros de la tripulación quedaron atrapados en el hielo durante meses. Cuando el barco Endurance quedó completamente atrapado y luego destruido por el hielo, el equipo se vio obligado a enfrentarse a condiciones extremas en una isla deshabitada, a 1.300 kilómetros de la civilización. En este escenario, durante una caminata de 36 horas a través de montañas traicioneras, varios de los miembros del grupo, incluido Shackleton, informaron haber sentido la presencia de un "tercer hombre". Este ser misterioso parecía estar guiándolos a través de las montañas inexploradas, dándoles fuerzas cuando ya no quedaba esperanza. Aunque nadie más los acompañaba físicamente, la sensación de estar siendo asistidos por una presencia inexplicable se convirtió en un factor clave para su supervivencia. La pregunta sigue siendo: ¿fue una alucinación o algo más allá de la comprensión humana?
En las montañas de Canadá, James Evic y su compañero Whitman se enfrentaban a una escalada peligrosa. Durante la subida, un desprendimiento de hielo causó una caída que dejó a James gravemente herido, con costillas rotas, nervios dañados y una fractura en la espalda. Mientras aceptaba su destino y se preparaba para morir, James sintió la presencia de una chica que lo guiaba, llevándolo de regreso al campamento base. Esta figura, invisible para él, parecía saber exactamente cómo moverse y qué hacer para salvarlo. Con sus últimas fuerzas, James gritó por ayuda y, aunque pensó que era en vano, en realidad había sido escuchado. La presencia desapareció cuando se sintió seguro, justo cuando otros rescatistas llegaron a su lado. Aunque James creía estar solo, fue esa misteriosa compañía la que lo ayudó a sobrevivir en un momento en el que ya había aceptado su final.
Stephanis Baba, una buceadora altamente experimentada, decidió hacer una inmersión en solitario cerca de la Isla Gran Bahama, con el objetivo de recoger algunas muestras en una cueva submarina conocida como la “guarida de la sirena”. Todo parecía ir bien hasta que, al terminar su tarea, Stephanis no pudo encontrar la cuerda que la ayudaría a regresar a la superficie. Con solo 20 minutos de oxígeno restantes, la situación se tornó desesperante. En ese momento, sintió una presencia, una sensación de compañía que no podía explicarse. Fue la sensación de su difunto esposo, quien también había sido buzo, pero que ya no estaba físicamente con ella. Con renovadas fuerzas, ella encontró la cuerda, justo antes de que la presencia desapareciera. Al salir de la cueva, la sensación de soledad se desvaneció, y Stephanis pudo respirar tranquila. Aunque su esposo no estaba físicamente allí, su ayuda “fantasmal” le permitió escapar con vida.
El Everest, conocido por su letal peligro y su imprevisibilidad, es escenario de muchas historias de supervivencia extremas. En 1933, Frank Smith emprendió una ascensión al techo del mundo con su compañero de viaje. Sin embargo, a medida que avanzaban, los problemas comenzaron a surgir. Varios compañeros se retiraron, otros fueron incapaces de seguir debido a la fatiga o el mal de altura, y Frank continuó con otro compañero, decidido a llegar a la cima. En medio de la subida, Frank, agotado y al borde de la desesperación, le ofreció una barra de chocolate a su compañero, solo para darse cuenta de que estaba completamente solo. Ya no quedaba nadie detrás de él, y su compañero había desaparecido. En ese momento, Frank comenzó a sentir la presencia de alguien, una figura invisible que lo acompañaba, dándole la fuerza para continuar, aunque él no estaba seguro de si se trataba de un fantasma o simplemente una manifestación de su mente agotada. Finalmente, Frank quedó a solo 300 metros de la cima cuando se dio cuenta de que no habría sobrevivido sin esa extraña compañía que lo había mantenido en marcha.
El 11 de septiembre de 2001, Ron Di Francesco estaba trabajando en la Torre Norte de las Torres Gemelas cuando el avión impactó en el edificio, lanzándolo contra las paredes con una fuerza brutal. Aunque estaba herido, logró mantenerse consciente y comenzó a bajar para evacuar. Cuando se produjo el segundo impacto, en la Torre Sur, el edificio se llenó de humo y llamas, y el pánico se apoderó de los evacuados. En medio de esta desesperación, Ron escuchó una voz que le decía que siguiera bajando, guiándolo a través del humo denso y las llamas. Aunque no vio a nadie, la sensación de ser guiado por una presencia era clara. Gracias a esa extraña intervención, Ron continuó descendiendo, a pesar de las circunstancias aterradoras que lo rodeaban. Finalmente, cuando llegó al pie del edificio y vio a los bomberos, la presencia desapareció. Posteriormente, se descubrió que Ron había sido la última persona en salir antes de que la torre colapsara. Si no hubiera seguido esa “voz” que lo guiaba, habría quedado atrapado y su historia habría sido muy diferente.
