La granja.???‍?
Hace 5 días
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Un esposo adinerado le dejó a su mujer una granja en pésimas condiciones, ubicada en medio de la nada, durante su proceso de divorcio. Un año después, jamás habría imaginado lo que descubriría.

— Entiende que no necesito que sigas aquí, ¿sí? —dijo Maxim con frialdad— .
Así que te doy la oportunidad de irte al campo.

— ¿Al campo? ¿De qué estás hablando, Maxim?

A Tamara ya no le importaba. El hombre en quien más confiaba la había traicionado. Juntos comenzaron desde cero: ella vendió su departamento y él su cuarto en una vivienda compartida para poner en marcha el negocio. Saltaron de un alquiler a otro, tratando de ahorrar cada centavo. Gracias a la visión de Tamara, lograron salir adelante y estabilizar sus finanzas.

Con el tiempo, Maxim empezó a comportarse como un rey. Tamara nunca imaginó semejante engaño y no se percató de cómo él fue pasando todo a su nombre, con la clara intención de dejarla sin nada en caso de divorcio. Cuando estuvo todo listo, Maxim pidió la separación.

— Maxim, ¿crees que esto es algo digno de ti? —preguntó Tamara.

Él soltó una risa sarcástica.  
— No me vengas con tonterías. Tú llevas siglos sin aportar nada. Yo me encargo de todo y tú no haces más que quedarte sentada.

— Fuiste tú quien insistió en que descansara y me relajara un poco —replicó Tamara.

— Bah, estoy harto de discusiones absurdas. De todas formas, hay una casa o granja que heredé de mi antiguo jefe. ¿Te acuerdas de Ivanovich? Se acordó de que alguna vez le eché una mano. Falleció y me dejó semejante basura. Es ideal para ti. Si no te gusta, te quedas sin nada.

Tamara sonrió con amargura. Ya no le quedaban dudas de que Maxim la despojaría de todo sin titubear. Resultaba casi imposible creer que habían convivido doce años como si él fuera otra persona.

— De acuerdo, con una condición: transfiéreme esa granja de manera oficial.

— No hay problema —aceptó él con desdén—. Así pago menos impuestos.

Tamara no quiso discutir más. Hizo su maleta y se marchó a un hotel. Estaba dispuesta a empezar de cero. Le daba igual lo que la esperara: un terreno en ruinas o un simple pedazo de tierra. Lo vería con sus propios ojos, evaluaría la situación y, si no valía la pena, regresaría a la ciudad o buscaría otro lugar para reconstruir su vida.

Miró el coche lleno hasta los topes con sus pertenencias y sintió una pequeña satisfacción. Todo lo demás se quedaría con Maxim y su amante… Si contaba con el ingenio de Tamara, se llevaría una sorpresa. Esa chica no brillaba precisamente por su inteligencia, aunque sí por la importancia que se daba a sí misma. Tamara la había visto un par de veces y juraría que era la secretaria de Maxim.

Tras recibir todos los papeles firmados, Tamara se los guardó con calma.  
— Que te vaya bien —le dijo.

Maxim soltó una carcajada.  
— Y a ti. Mándame una foto con las vacas.

Tamara subió a su coche, cerró la puerta y se puso en marcha sin contestar. Al salir de la ciudad, se detuvo al costado del camino y dejó que las lágrimas brotaran sin freno. No supo cuánto tiempo pasó hasta que alguien llamó suavemente a la ventanilla.

— Hija mía, ¿te encuentras bien? Mi esposo y yo estamos en la parada de autobús, y llevas un buen rato llorando. No te hará bien seguir así.

Tamara se sorprendió al ver a la anciana de pelo plateado. Luego notó la parada de autobús a través del retrovisor y esbozó una pequeña sonrisa.

— Estoy bien, gracias —contestó—. Es que a veces todo se junta.

Bajó del coche, y la mujer volvió a hablar:  
— Venimos de visitar a una vecina que está en el hospital del distrito, sola y sin nadie que la acompañe. Ahora regresamos a casa. ¿Será que vamos en la misma dirección? Nuestro pueblo se llama Mikhalki.

Tamara levantó las cejas.  
— ¿Mikhalki? ¿Donde está la granja?

— Ese mismo. Aunque lo de “granja” es solo por costumbre. El dueño anterior falleció y nadie más ha venido. Pero aún queda un grupito de gente que trabaja por cariño a los animales.

Tamara no pudo contener una ligera sonrisa.  
— No me lo vas a creer, pero voy justo hacia allá. Déjame ver cómo hago para hacerles un hueco.

La anciana se acomodó en el asiento delantero, mientras su esposo se instaló atrás. Él soltó una risa animosa:  
— Vaya, parezco un bulto entre tanto equipaje.

Ella triunfa despues de un año. Expande su negocio comprando camiones refrigerados y la empresa que los vende es de Maxim su antigua pareja. Él  ve como ella triunfó y esta casada con Ivan  el mecanico que cuidó  la granja y tienen un hijo. FIN
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