Las agencias y clínicas de cirugía estética suelen promover cuerpos perfectos y rostros felices en su publicidad. Países como Turquía atraen a muchos clientes con precios asequibles, pero el sueño de tener un aspecto perfecto puede acabar en cicatrices de por vida, e incluso en la muerte .Muchas mujeres británicas viajan cada año a Turquía para operarse, pero no todas las experiencias son positivas. Las víctimas de la mala praxis médica y los familiares de las fallecidas exigen ahora justicia.

En 2023, Morgan Riveiro, de 20 años, de Londres, sufría acoso por ser obesa. Vio un anuncio de una agencia que promocionaba ser la mejor de Europa y organizaba viajes a Turquía para someterse a cirugía estética. El paquete incluía operación, pasajes y alojamiento, a un tercio del precio que habría pagado en el Reino Unido. La agencia la remitió a una clínica en Estambul, donde se sometió a una cirugía de reducción de estómago. 

Poco después de llegar a Turquía, Morgan fue trasladada a una clínica en un suburbio de Estambul. En su viaje, comenzó a sentir fuertes dolores, pero fue dada de alta rápidamente. En el vuelo de regreso a casa, sufrió un shock séptico y el avión tuvo que aterrizar de emergencia en Belgrado, donde falleció poco después debido a una infección grave. La autopsia reveló que los médicos tuvieron que extirpar parte de su intestino delgado, que se había dañado durante la cirugía. 

El director de la clínica negó responsabilidad, alegando que solo alquilaban el quirófano y no eran responsables del médico ni de la cirugía. Sin embargo, la agencia contratada por Morgan refutó esta declaración, aunque no se ha hecho responsable. Este caso no es aislado; en los últimos cinco años, al menos dos mujeres británicas han muerto tras someterse a cirugía en Turquía.

Otro caso es el de Sara Plat, una mujer de 33 años que casi muere tras someterse a una cirugía estética en Turquía. También contrató el servicio a través de una agencia y sufrió complicaciones graves, como infecciones y una recuperación muy dolorosa. Ahora, Sara busca justicia por los daños que sufrió y ha demandado a la clínica turca. También ha contactado con otras víctimas de cirugía estética mal realizada, en un intento de hacer valer sus derechos.

El turismo médico en Turquía se ha convertido en un negocio multimillonario. Cada año, cientos de miles de personas viajan allí para someterse a procedimientos estéticos a precios bajos. Aunque algunas clínicas tienen buena reputación, otras, atraídas por la competencia feroz, ofrecen servicios de baja calidad que ponen en riesgo la salud de los pacientes. 

Sara Plat y otras víctimas están luchando por cambiar la industria. A través de una investigación encubierta, Sara descubrió que algunas agencias recomiendan tratamientos riesgosos a personas con bajos índices de masa corporal, lo cual está prohibido en otros países. Expertos en comercio advierten que las ofertas extremadamente baratas deben ser un signo de alerta, ya que la calidad del servicio puede verse comprometida.

Para proteger a los pacientes, se sugiere que las agencias de turismo médico estén más reguladas y sometidas a auditorías, como ocurre con las agencias inmobiliarias, para garantizar que solo se ofrezcan servicios de calidad y médicos acreditados.

El trágico caso de Morgan Riveiro es un recordatorio de los peligros que conlleva la cirugía estética si no se eligen bien a los profesionales y las clínicas. Su madre desea que su hija sirva de ejemplo para prevenir a otras jóvenes sobre los riesgos mortales de estas operaciones. Morgan merecía sentirse bien en su propia piel, sin ser estigmatizada, pero su vida se truncó antes de poder vivirla plenamente.