Durante siglos, se creía que los seres vivos podían surgir de materia inerte en condiciones favorables, como los gusanos que aparecían en carne en descomposición. Esta idea, conocida como generación espontánea, fue ampliamente aceptada hasta el siglo XIX, cuando el microscopio reveló microorganismos que parecían multiplicarse de la nada.
A mediados del siglo XIX, se realizaron experimentos que desafiaban esta teoría .
Ambos científicos tenían enfoques diferentes. Pouchet creía que sus experimentos demostraban la generación espontánea, ya que siempre aparecían seres vivos en infusiones de heno, incluso cuando tomaba precauciones para evitar la entrada de gérmenes. Por otro lado, Pasteur sostenía que la aparición de microorganismos era un error experimental y que el aire, lejos de ser un medio vital, era un vehículo para introducir gérmenes.
La controversia se intensificó entre 1859 y 1864, cuando Pouchet presentó sus experimentos a la Academia de Ciencias, pero muchos académicos los rechazaron sin replicarlos. Su experimento consistía en sellar agua hirviendo en una botella y sumergirla en mercurio, introduciendo oxígeno y una infusión de heno. A pesar de sus precauciones, los microorganismos siempre aparecían, lo que Pouchet interpretaba como prueba de la generación espontánea.
Pasteur, tras aceptar inicialmente el experimento de Pouchet, se dio cuenta de que el mercurio podía contener microorganismos. En 1861, realizó un experimento decisivo utilizando matraces con cuello de cisne, que impedían la entrada de partículas de polvo. Al hervir el caldo nutritivo en estos frascos, Pasteur demostró que no se desarrollaba vida, desafiando así la idea de la generación espontánea. Cuando rompió los cuellos de los frascos, los microorganismos comenzaron a crecer, confirmando que la vida provenía de otros organismos.
La controversia no solo era científica, sino también social y política. Pasteur era un conservador, mientras que Pouchet tenía ideas más moderadas. La discusión sobre la generación espontánea se entrelazó con el darwinismo y las creencias religiosas de la época. Pasteur también diseñó experimentos para demostrar la existencia de microorganismos en el aire y su relación con la contaminación.
A medida que avanzaba la investigación, Pasteur descubrió que la cantidad de microorganismos en el aire variaba según la altitud y el entorno. Realizó experimentos en diferentes altitudes, encontrando que los gérmenes eran más abundantes en áreas cultivadas y menos en lugares tranquilos como montañas. Esto le permitió desarrollar su teoría germinal.
La polémica resurgió en 1872 con los experimentos del médico Henry C. Bastian, lo que llevó a Pasteur a realizar nuevas investigaciones. Reconoció las limitaciones de sus técnicas experimentales y mejoró sus procedimientos, contribuyendo al desarrollo de la asepsia clínica.
Finalmente, la evidencia acumulada por Pasteur y otros científicos llevó a la aceptación de la biogénesis: la idea de que la vida proviene de vida preexistente. En 1865, la Academia falló a favor de Pasteur, quien demostró que los microorganismos provenían del aire y no surgían espontáneamente. Aunque Pouchet no ganó, su trabajo ayudó a avanzar en la comprensión de la biología.
Esta controversia no solo transformó nuestra comprensión de la biología, sino que también sentó las bases para la microbiología moderna. La historia de Pasteur y Pouchet nos recuerda cómo la ciencia avanza a través del debate y la experimentación. Así que, la próxima vez que veas un frasco de cultivo, piensa en este apasionante debate. ¡Hasta la próxima!
