Rechazo
Hace 1 día
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Desde que un ser está en el vientre materno recibe información del medio, de las emociones y de los sentimientos que su madre le transmite y de lo que
pasa fuera del vientre de la madre. Desde ese momento construimos nuestra relación con la vida, y en los niveles físico y emocional se forma nuestra
personalidad.Cuando la situación de la mamá es compleja, sea por enfermedad o porque no sabe de su embarazo y será complicado el nacimiento, cuando hay alguna crisis familiar, una muerte, etcétera, la información que llega al bebé resulta hostil, no le da tranquilidad .
El bebé no entiende a nivel racional, pero siente la hostilidad del entorno, por lo que no se siente en paz ni armonioso.
Ese sentimiento de hostilidad repercute en rechazo del entorno y empieza a configurar una forma de defensa contra eso.El nivel de percepción del bebé es muy alto. Cuando sentimos que algo nos molesta y hace sentir incómodos, la reacción inmediata es rechazarlo; por
ejemplo, cuando tienes una piedra en el zapato, rechazas el objeto y lo eliminas.

Ésa es la reacción del niño que percibe un entorno no amoroso yconfortable. Sentirá repudio por eso y lo manifestará a nivel instintivo, ya sea enfermándose, llorando o por medio de sus órganos de contacto, como la piel.Nada pasa a nivel racional, en esa etapa todo se expresa a nivel biológico. Esa reacción de rechazo se configura en él, y si continúa mucho tiempo, determinará la forma en que el niño se relacionará con su entorno,conformado por padres, familia, espacio, etcétera.Cuando nacemos a este mundo, somos tan vulnerables y receptivos que es
imposible no sentir cierta hostilidad en todo lo nuevo del entorno, desde la respiración hasta cómo nos adaptamos a la nueva vida fuera del vientre de
mamá.

 Este cambio es un proceso de crisis, pero el vínculo y el afecto de la madre nos hace sentir que todo está bien en esa nueva realidad. La madre nos introduce al mundo y, con su presencia y protección, nos dice “no hay nada que temer, yo estoy contigo”.Ese primer rechazo del mundo va desapareciendo, te relacionas con él encontrando poco a poco tu lugar. Muchos niños que vivieron procesos difíciles en el vientre de mamá –no ser deseados, muertes de personas
significativas para la madre, enfermedades de ella, conflictos en el entorno, etcétera–, reciben todo eso como falta de aceptación, y cuando nacen presentan enfermedades, problemas respiratorios —asma— problemas en la piel —alergias—, lloran mucho porque no se adaptan.
Todas son formas de manifestar el rechazo a la vida que se empieza a desarrollar.Las personas que viven esta experiencia desarrollan fobia por el entorno o
a los contactos, sobre todo cuando sus padres no cambian su percepción del mundo. Todos podemos sentir rechazo por una realidad y después cambiarla
hasta reconciliarnos con ella.

 El problema es cuando los guías primordiales,
que son los padres, no ayudan a reconciliarse con el entorno. Esto se convierte en una personalidad que expresa rechazo a todo.Los padres que tienen la herida del rechazo sostienen una relación semejante con el mundo, con la intimidad, consigo mismos. Por eso no transmiten un afán de reconciliación del que carecen. Cuando un padre se rechaza y tiene un hijo, puede transmitir ese rechazo sin ser muy consciente
de ello. No podemos negar lo que somos, y menos con nuestros hijos, que se alimentan de lo que somos física, emocional y mentalmente. Heredamos la
manera en que nuestros formadores ven el mundo y se ven ellos.

El rechazo se percibe del progenitor del mismo sexo. El padre del mismo sexo nos enseña cómo ser hombre o mujer. A partir de su ejemplo y de su
modo de vivir entendemos cómo es el género que nos tocó. Cuando un padre o una madre tienen la herida de rechazo, suelen ser padres instalados en su propio mundo, ausentes o aislados, expresan un rechazo en su forma de verse como hombre o mujer, tienen poca capacidad para manifestarse con poder en lo que hacen. Ese rechazo de ellos como capaces y poderosos, hace que el hijo, de manera inconsciente, se alíe con ellos o los rechace completamente y, con esto, reproduce una forma de rechazo a lo que soy o a lo que ellos son.Cuando nacemos en una familia donde ambos padres, o alguno de ellos, o todo el sistema es de rechazo, hay dos características:
 1) son padres ausentes, ensimismados en su propio mundo, o
2) sobreprotectores, otra de las maneras
de transmitir rechazo al entorno.

Un padre sobreprotector desarrolla y enseña a su hijo una forma de miedo, ya que será incapaz de desarrollar sus propias fuerzas para salir al mundo.
Esas fuerzas no se desarrollan porque el padre o la madre las crea para ellos.Es otra forma de enseñar rechazo por el entorno, al cual temerá pues se siente
sin recursos.Una madre o un padre sobreprotector encubre algo. He observado que, posiblemente, es un sentimiento de rechazo al hijo, por eso lo compensa
sobreprotegiéndolo. Todo lo disminuido o aumentado tiene un trasfondo,damos de más por alguna razón compensatoria.Pongamos un ejemplo. Cristian es un niño prematuro, tenía sólo siete meses de gestación. Estuvo en incubadora, tuvo problemas para respirar y su mamá le dedicó cuidados especiales. Ella se relacionó con su hijo desde ese miedo a que algo le pasará y desde una visión de él como niño frágil.

Cristian creció.Su mamá seguía haciendo las cosas que él ya podía y debía hacer solo, negándole la oportunidad de desarrollar su propia capacidad. A la larga, ambos estaban hartos porque uno se hizo incapaz de responder ante sus asuntos y la madre de resolverlos, pero tampoco confiaba en que el hijo lo
hiciera.La madre daba de más por miedo. En un principio es normal que ante una enfermedad tengas más cuidados, pero ¿por tantos años? ¿En qué momento deja de enterarse la madre de que su hijo ya es capaz y sigue reforzando su posición disminuida?
Otro ejemplo puede ser una madre que hizo todo para abortar a su hijo sin éxito. Cuando nace el bebé lo sobreprotege por todo el rechazo que sintió hacia él al tenerlo en el vientre. Todo lo disminuido o aumentado tiene un fondo que no es amor.
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