Un estudio publicado en la revista PLOS Computational Biology dice que la pereza suele ser contagiosa. Por tanto, considera si a tu alrededor existe alguna persona o personas que han inculcado en ti esa actitud.
En ocasiones, nuestra familia, amigos o pareja nos proyectan ese mismo desánimo o apatía a la hora de iniciar una actividad .
Por obvio que parezca, es necesario recordar que para hacer algo hay que empezar a hacerlo. Pensar en hacerlo no vale, hay que ejecutarlo, debemos comenzar con la acción. Para ello, te proponemos lo siguiente, leer atentamente esta adivinanza que propone Ana Moreno: “hay tres pájaros en un árbol y dos de ellos deciden saltar. ¿Cuántos pájaros hay ahora?”.
La respuesta es que sigue habiendo tres pájaros. Mientras los que piensen en saltar no salten seguirán estando en la rama. Lo mismo ocurre con la pereza. De nada sirve que pienses que tienes que hacer algo mientras no lo hagas.
El problema es el bloqueo que acompaña a la pereza: ¿por dónde empiezo? No te compliques la vida y empieza por lo más simple. Y si todo es igual, simplifica tu elección haciendo lo primero que surja. No es la mejor forma de organizarse, pero sí la más eficaz para empezar a hacer algo.
Otro de los grandes problemas que nos bloquean y nos hacen entrar en modo perezoso es que las tareas son tan grandes que nos abruman. Para salir de ahí lo mejor es dividir las tareas en otras tareas más pequeñas para reducir la presión y mantenernos motivados.
Esto requiere reflexionar un poco en lo que hay que hacer, pero no es para tanto. Divide primero la tarea en 3, 4 o 5 partes (las que necesites, pero que no sean muchas).
Si esto todavía es abrumador, coge la primera parte y divídela de nuevo, dejando las demás para cuando les toque. Si sigue siendo mucho, vuelve a dividir hasta que puedas empezar por algo digerible y tengas una referencia para avanzar.
Lo ideal para obtener buenos resultados sería dividir todo en pequeñas partes y planificar su desarrollo. Esto en sí mismo puede ser una tarea abrumadora. Pero estamos hablando de vencer la pereza, no de alcanzar la máxima productividad y eficacia, así que con esto nos vale de momento.
A veces nos encontramos en situaciones caóticas con un montón de trabajo pendiente. Es muy difícil no perder la pista de todo el trabajo que hay que hacer. ¿Cómo empezar por lo más sencillo si no sabes lo que hay que hacer? Y de ir paso a paso ni hablamos, porque cada tarea es independiente.
Para solucionar esto, siéntate un momento y anota lo que tienes que hacer en una lista en el formato que más te guste: anota todo en un papel o en notas independientes que colocarás en un tablero, por ejemplo. Regálate este momento previo para definir lo que tienes por delante.
Con esta lista delante ya puedes decidir. Elimina las tareas superfluas y deja las tareas menos urgentes para otro día. Luego, coge la tarea más sencilla, la que menos tiempo te lleve y da ese primer paso.
Después, paso a paso, vete avanzando en la lista. No te juzgues, no intentes abarcar intelectualmente todo el problema. Simplemente, avanza, tachando o retirando lo que esté hecho.
Si te da pereza hacer algo por el esfuerzo que supone, piensa en lo que pasará cuando esté hecho. Visualiza el resultado y disfrútalo. Esto te llenará de energía y restaurará tu motivación. Visualizar las tareas terminadas ayuda a vencer la resistencia interior que te estaba impidiendo involucrarte con esas tareas.
La visualización también ayuda a plantear opciones sobre cómo solucionar los posibles problemas para realizar una tarea o a plantear algo tan sencillo como por dónde empezar.
Habitualmente, las distracciones son la fuente de la pereza y la única razón por la que decidimos aplazar las tareas para otro momento, lo que hace que estas parezcan aún más aburridas. Es un bucle del que hay que salir conscientemente.
Sea lo que sea aquello que te distrae, elimínalo. Asegúrate de que una vez que hayas comenzado con una de las tareas no haya nada que te distraiga. De sobra sabes lo que es, para esto no vas a tener que hacer un gran ejercicio de autoexploración.
Si tu entorno es un caos te será más difícil saber por dónde empezar a hacer tus tareas, encontrar los materiales que necesitas, etcétera. Por tanto, la motivación decae y es complicado ponerse en marcha.
Intenta mantener todo en su sitio, pues de esa manera no solo te será más fácil trabajar, sino que tu mapa mental será mucho más claro a la hora de organizarte. Esta medida, además, se puede aplicar a cualquier ámbito de tu vida.
Aunque este consejo se contradice con el mencionado anteriormente (en el que se recomienda empezar por las tareas más sencillas), lo cierto es que para algunas personas es más fácil comenzar por la tarea más dura. De esta manera, se quitan de encima el escollo más grande para después proseguir con lo más liviano.
Si no estás seguro de cuál de las dos estrategias te viene mejor, lo mejor es que vayas probando. Algunas personas se motivan comenzando con cosas pequeñas, pero otras prefieren apoyarse en el alivio de haberse quitado lo peor de encima.
A veces da la sensación de que 2 tareas sencillas se pueden hacer a la vez para ahorrar tiempo. No obstante, esto aumenta el volumen de trabajo y es posible que te dé la sensación de estar sobrepasado por la situación, de manera que abandones el proceso.
Por eso, para vencer la pereza, haz siempre las cosas de una en una. Cuando las tengas dominadas, podrás elegir cuáles de ellas son compatibles entre sí en su ejecución.
Siempre parece que llevar una vida sana no tiene que ver con la pereza, pero lo cierto es que un cerebro sano piensa mejor. La falta de sueño y la mala alimentación, por ejemplo, empeoran el estado de ánimo, por lo que serás menos propenso a intentar vencer la pereza.