Dicen que los ojos son la ventana del alma pero ¿alguna vez te has detenido a pensar en todo lo que una mirada puede decir? Las palabras son importantes claro pero hay cosas que no se pueden explicar con frases. Hay emociones, secretos y verdades que solo se transmiten a través de una mirada.

Una mirada puede ser el inicio de una historia .

Pero las miradas no siempre son dulces. Algunas son inquisitivas, otras inquisidoras. Están las que consuelan y las que hieren. Una mirada puede sostenerte en tus peores momentos o hacerte caer en los abismos de la duda. ¿Quién no ha sentido alguna vez esa incomodidad de una mirada que parece juzgarlo todo?

Lo curioso de las miradas es que son universales. No importa el idioma que hables ni las palabras que conozcas. El lenguaje de los ojos es uno que todos entendemos aunque a veces no queramos aceptar lo que nos están diciendo. Puedes mentir con la boca pero los ojos siempre cuentan la verdad.

Hay miradas que te marcan para siempre. La de alguien que te amó en silencio, la de una despedida que nunca se quiso dar, la de un reencuentro que nunca esperaste. Esas miradas que se quedan contigo incluso cuando los rostros comienzan a desdibujarse con el tiempo.

¿Y qué hay de esas miradas que nunca olvidamos? Las que dejamos ir demasiado pronto. Las que nunca tuvieron un final, sino que quedaron flotando en el aire, como una promesa que nunca se cumplió.

Porquea al final, las miradas son eso: pequeñas promesas, algunas que se cumplen y otras que se pierden en el viento. Pero todas sin excepción, tienen algo en común: nos recuerdan que no siempre necesitamos palabras para conectar, para sentir, para entender.

Así que la próxima vez que cruces miradas con alguien, no lo des por sentado. Tal vez solo tal vez, en ese cruce silencioso haya una historia que espera ser contada.