El Cordero.
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EL CORDERO 

_ antes de comenzar, te invito a que suspires, apagues el foco y despejes tu mente relájate y que tu mente haga el resto. Y ahora sí disfruta de la historia 
...........

Cártel solo quería pasarla bien con sus amigos .
Había alquilado una cabaña junto al lago Sprith, en el pueblo de Debly, Oregon. Todo parecía normal: música, alcohol, baile, y una fogata en la orilla del lago. Sus amigos, compañeros de universidad, formaban un grupo común, unidos por la camaradería y el deseo de disfrutar el fin de semana.  

El día transcurrió lentamente. Cuando cayó la noche, los seis amigos se reunieron alrededor de la fogata. Sentados en troncos, comenzaron a asar salchichas y maíz mientras las estrellas brillaban como diminutos copos en el cielo. La luna llena iluminaba el lago, cuyas olas apenas rozaban la orilla. Una brisa fría sacudía las hojas de los árboles, añadiendo un toque de misterio a la atmósfera.  

Joshua, uno de los chicos, se levantó con una linterna en la mano y una sonrisa traviesa.  
—Es hora de historias de terror —anunció, iluminando su rostro desde abajo.  

Todos aplaudieron, emocionados por la idea. Decidieron que, quien contara una historia, debía beberse una cerveza de un trago antes de empezar. Las risas y los relatos comenzaron: anécdotas familiares, rumores de asesinos, y leyendas escuchadas en conversaciones ajenas. La noche avanzaba, el alcohol fluía, y la fogata comenzaba a apagarse.  

Solo faltaba un chico por participar: Danny. Era el más reservado del grupo, siempre apartado y poco social. Cártel, decidido a incluirlo, le llevó una cerveza.  
—No seas aguafiestas. Vamos, seguro tienes alguna historia interesante.  

El grupo comenzó a corear su nombre.  
—¡Danny! ¡Danny! ¡Danny!  

Finalmente, Danny accedió. Se sentó junto a la fogata, bebió la cerveza de un solo trago, y comenzó su relato:  
—Hace tres años, vivía un chico a las afueras de este pueblo. Le decían "el Cordero", porque siempre huía de los problemas. Su padre era alcohólico y su madre… peor: vendía su cuerpo por un par de gramos.  

El grupo escuchaba en silencio, hipnotizado por las palabras de Danny.  

—El chico vivió una vida de miseria. Su padre lo golpeaba, y su madre apagaba cigarrillos en su piel. Pero un día, todo cambió. Un anciano llegó al pueblo y se convirtió en su único amigo. Lo que nadie sabía era que ese anciano era un traficante de órganos, y juntos formaron una alianza mortal.  

Danny hizo una pausa, observando las sombras que danzaban en los rostros de sus amigos.  

—El chico mató a sus propios padres y entregó sus cuerpos al anciano. Pero no se detuvo ahí. Doce personas más desaparecieron antes de que la policía lo arrestara. Aunque nunca llegó a prisión. El auto que lo transportaba se volcó, y él escapó. Desde entonces, la gente del pueblo vive con miedo, sabiendo que el Cordero aún está allá afuera… observándolos.  

En ese momento, una rama crujió en la oscuridad. Los amigos se miraron, tensos. Decidieron dormir juntos en una sola tienda, buscando consuelo en la compañía mutua.  

Cártel fue el último en entrar. Antes, vio a Danny sentado junto al fuego, mirando las llamas con una expresión extraña.  
—¿No vienes? —preguntó Cártel.  
—En un momento —respondió Danny, mientras una sonrisa macabra cruzaba su rostro.  

---  

**El día siguiente**  

Una llamada de emergencia llegó a la estación de policía de Debly.  
—¡Todos están muertos! —gritó un chico, aterrorizado.  
—¿Dónde estás? —preguntó la operadora.  
—En el… lago…  

La llamada se cortó.  

Cuando los oficiales llegaron al lugar, encontraron una escena aterradora: cinco cuerpos dentro de una tienda, vacíos por dentro. Sus órganos, huesos y músculos habían desaparecido, dejando solo piel y cráneos.  

Mientras inspeccionaban el área, uno de los oficiales encontró una bolsa negra que se movía frenéticamente. Al abrirla, descubrió a Danny, golpeado y amordazado.  
—Mis amigos… ¡Por favor, ayúdenlos! —gritó entre lágrimas.  

Un oficial lo abrazó, tratando de calmarlo.  
—Están bien. Los encontraremos.  

Llevó a Danny al auto y comenzó a conducir. Pero algo no cuadraba. Mientras miraba por el retrovisor, el oficial sintió una extraña sensación de familiaridad.  
—¿Cómo te llamas? —preguntó.  

Danny no respondió. Solo sonrió.  
—Espera… yo te conozco…  

Antes de que pudiera reaccionar, el auto chocó contra un árbol. Aturdido, el oficial salió del vehículo, solo para encontrar a Danny con un cuchillo en la mano.  

—No… puede ser… —susurró antes de que todo terminara.  

Desde ese día, la carretera y el lago Sprith permanecen cerrados. Los casos de muertes sin órganos aumentan, y el pueblo de Debly vive con el temor de que el Cordero aún ronde sus calles… o tu casa.  

**FIN**  

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