También puede suceder que estemos esperando algo de él: un puesto de trabajo, bienes materiales, o algo concreto que parece nunca llegar .
Quiero invitarte a considerar una perspectiva diferente respecto a estas ideas. A través de la Biblia, quiero mostrarte quién es Dios en realidad. Claramente, queda al criterio de cada uno aceptar o rechazar las ideas que ella predica. Sin embargo, considero importante darle un espacio para que tengas un panorama más amplio sobre este tema.
En Salmos 8:3-9 leemos: “Cuando contemplo el cielo, y la luna y las estrellas que tú mismo hiciste, no puedo menos que pensar: «¿Qué somos los mortales para que pienses en nosotros y nos tomes en cuenta?» ¡Nos creaste casi igual a ti! Nos trataste como a reyes; nos diste plena autoridad sobre todo lo que hiciste; nos diste dominio sobre toda tu creación: sobre ovejas y vacas, sobre animales salvajes, sobre aves y peces, ¡sobre todo lo que se mueve en lo profundo del mar! Nuestro Dios y nuestro rey, ¡qué grande eres en toda la tierra!”
En este pasaje encontramos un contraste con las ideas mencionadas al principio. Dios nos dio un lugar muy importante en su creación, lo que significa que nos tiene en gran estima. Al adentrarnos en la palabra de Dios, podemos notar su interés en formar un vínculo con los seres humanos. Desea forjar una relación recíproca. Entonces, ¿por qué sentimos que no está presente en nuestras vidas? ¿Por qué parece mantenerse lejano?
La respuesta está en nuestra naturaleza humana, errante y egoísta. Preferimos pensar y actuar según nuestras propias leyes y maneras. En cambio, Dios tiene un plan de vida diferente. No podemos acercarnos a él fácilmente porque él es santo y justo, atributos que nosotros carecemos por naturaleza. Sin embargo, a través de Cristo, podemos llegar a Dios. Por eso, Jesús caminó sobre la tierra y cumplió su misión: rescatar a la humanidad de la perdición.
Para relacionarnos con Dios, debemos recibir a Jesús como salvador de nuestras vidas, arrepentirnos de los errores que hemos cometido y abandonar esas malas formas de pensar y actuar. Esto implica dejar el orgullo y el pasado atrás para seguir a Jesús. Con el tiempo, él nos ayudará a asemejarnos cada vez más a su carácter, su forma de pensar y su visión de la vida. Lo extraordinario es que, por medio de la fe, somos justificados ante él. Como dice en Romanos 5:1: “Por lo tanto, ya que fuimos hechos justos a los ojos de Dios por medio de la fe, tenemos paz con Dios gracias a lo que Jesucristo nuestro Señor hizo por nosotros.”
Para concluir, quiero decirte que para Dios somos muy importantes y valiosos. Tanto, que entregó su vida por nosotros, ocupando el lugar que nos correspondía. Aunque muchas veces lo ignoremos o solo pensemos en él en momentos de enfermedad o crisis, él sigue teniendo compasión por esta humanidad imperfecta y malvada. Nos sigue amando. No es que a él no le importemos o que tenga la culpa de nuestras desgracias. Más bien, somos nosotros los responsables, porque muchas veces vivimos centrados en nosotros mismos y lo dejamos fuera de nuestras vidas. Quizás, la pregunta que deberíamos hacernos sea: “¿Realmente nos importa Dios?”
Como dice en Tito 3:4-5: “Pero Dios, nuestro Salvador, nos mostró que él es bueno, y que ama a todo el mundo, y nos salvó. Pero no lo hizo porque nosotros hubiéramos hecho algo bueno, sino porque nos ama y quiso ayudarnos. Por medio del poder del Espíritu Santo nos salvó, nos purificó de todos nuestros pecados y nos dio nueva vida. ¡Fue como si hubiéramos nacido de nuevo!”
Gracias por leer hasta el final. Espero que este contenido pueda serte de ayuda. Saludos.