06 de septiembre de 2011 son las 6:15 de la tarde, ya se empieza a oscurecer. Me encuentro en la cocina preparando la cena; suena la puerta, me dirijo hacía ella.
Es Sara una amiga de en frente .
Me detiene varios minutos son las 6:30 sigo ahí, se escucha un disparo, el sonido se repite varias veces; miro hacía la esquina es Camilo...
Camilo, ese amor prohibido que te desgarra por dentro, ese ser tan diferente a ti que aunque sabes está mal te arriesgas a amarlo, porque él te ama exactamente igual.
Está herido, corre hacia mi puerta; se para en frente y me mira con esos ojos desorbitados que piden auxilio, ese grito desesperado y aunque no logra salir, se hunde en su alma y logra traspasar la mía.
Otro disparo, él lo recibe, me empuja hacia la sala y cierra la puerta. Camina hasta la mitad de la misma y se desploma en el piso; tiene muchas heridas, mi sala se convierte en una fuente de sangre que no para de burbujear.
Son las 7:24 p.m me mira, no puede pronunciar palabra pero sus ojos lo dicen todo, ese pequeño lapso de tiempo que te da la vida para decir por última vez te amo, lo siento y adiós.
Ese adiós definitivo, ese hasta luego sin después, ese hasta mañana sabiendo que no habrá mañana. Ese último beso que sabes se ahogará en ese lago de sangre y desaparecerá con esa persona a la que amas.
Y sabes que aunque te partas en mil, ver morir al amor de tú vida amandote exactamente igual, es quizá la prueba más grande de amor.
¡Su corazón dejó de latir el 06 de septiembre de 2011 a las 7:32 minutos de la noche, pero su alma jamás dejará de amar!