Duele, pero no a cada momento ni todos los días con la misma intensidad. El padecer constante del pasado, hoy ha mutado a distintas emociones .
Eres consciente de la realidad, sin adornarla ni idealizarla. Hoy, ves todo con más lucidez, sin sesgarte tanto por tus propias emociones. Has integrado distintas visiones de lo ocurrido y hoy lo ves con lo oscuro y lo luminoso. No solo te acuerdas de lo bueno, si no, también de lo malo.
Aun recuerdas el suceso, pero no lleva consigo la misma carga emotiva No se puede borrar la historia, pero hacer un viaje por la memoria ya no despierta el mismo dolor de antes. Se ve más como una imagen difusa que como un presente intenso.
Has dejado de buscar tantas respuestas. Ya no te atormentan tanto los por que, el “¿Qué hice mal?”. Has soltado el deseo de saberlo todo, y, en cambio, te has decidido a aceptar la experiencia, independiente de los motivos que la ocasionaron. La vida se ha encargado de disipar poco a poco la incertidumbre.
No piensas todo el día en lo sucedido. En tu cabeza, hay espacio para otro tipo de pensamientos, y en tu vida, espacio para otro tipo de nuevas experiencias.
Tienes más motivación para hacerte cago de tu autocuidado. Priorizas la atención de tus necesidades físicas y emocionales, y aunque cueste, estas siendo más compasivo con tu progreso y te encuentras más al pendiente de hacer lo que te hace bien.
Quedarte encerrado en casa, torturándote con el recuerdo de lo sucedido, ya no parece tan buen panorama. Ahora, te animas en algunas ocasiones a ser parte de salidas recreativas, a coordinar encuentros con personas que te hacen bien, etc.