El Arbusto de Espinas
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En un pequeño pueblo aislado del mundo, vivía una anciana llamada Luz. Su vida había estado marcada por el dolor: la pérdida de su esposo, la enfermedad de su hija y la soledad que la acompañaba en sus últimos años .
Sin embargo, Luz no era una mujer amargada. En su jardín, lleno de flores con vibrantes colores, había un rincón especial que todos evitaban: un arbusto de espinas.

Un día, un joven del pueblo, intrigado por la belleza del jardín, se acercó a Luz. Al ver el arbusto, preguntó: "¿Por qué lo mantienes aquí, si solo trae dolor con sus espinas?"

Luz sonrió, sus ojos brillando con una sabiduría que solo el tiempo puede otorgar. "Este arbusto me ha enseñado más que cualquier otra cosa en mi vida. Cada espina representa un momento de sufrimiento, pero también una lección aprendida. Sin el dolor, no habría crecido."

El joven, confundido, se sentó junto a ella. "¿Cómo puede el dolor ser algo bueno?"

Luz miró el arbusto y comenzó a contar su historia. "Cuando perdí a mi esposo, sentí que el mundo se desmoronaba. Pero en ese vacío, aprendí a valorar cada instante, a amar sin reservas. La espina de la pérdida me enseñó la fragilidad de la vida."

El joven escuchaba atentamente, mientras ella continuaba. "Cuando mi hija enfermó, el miedo me invadió. Pero en esa lucha, descubrí la fuerza que no sabía que tenía. Las espinas de la incertidumbre me hicieron más valiente."

Con cada palabra, el jardín parecía cobrar vida. Las flores danzaban al viento, como si celebraran la transformación del dolor en sabiduría. Clara se volvió hacia el joven y le dijo: "El dolor es inevitable, pero el sufrimiento es opcional. Podemos elegir aprender de nuestras espinas y convertirlas en flores."

El joven, conmovido, miró el arbusto de espinas con nuevos ojos. Comprendió que cada herida en su vida podía ser una oportunidad para crecer, para florecer en medio de la adversidad. Se despidió de Luz, llevando consigo una lección invaluable.

Años después, el joven regresó al pueblo, ya convertido en un hombre adulto. En su propio jardín, había plantado un arbusto de espinas, recordando siempre que, aunque el dolor es parte de la vida, la sabiduría que se obtiene de él es el verdadero tesoro que florece en el alma.

Fin
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Ismaray GM 50 puntos Hace 4 días Ismaray GM 50 puntos
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Hace 4 días
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