- Capítulo 30-
Quiero soñar siempre con sueños de verdad, aunque sean alocados, muchas veces la fantasía se hace realidad, pero nunca quiero soñar con sueños impostores de cartón piedra camuflados detrás de una careta con falsa sonrisa (tan hipócrita, que está dibujada, por eso es permanente, y por eso engaña), de esos que me castigan con el látigo de la decepción, y que acaban siendo sueños rotos, que al final se transforman en más negatividad para guardar en el baúl (que además está ya, casi lleno) de las cosas inservibles.
Tampoco quiero sueños gélidos, de esos pétreos, porque son de hielo, que se derriten siempre al calor de la realidad, ni tampoco, sueños de fantasmas, porque no me fío de lo que hay debajo de algunas sábanas, en apariencia blancas y relucientes, aunque sin poder disimular el nauseabundo olor de la maldad, y que como mínimo necesitan ir de cabeza a la lavadora de la decencia para que les meta un buen meneo.
Y mucho menos, quiero sueños excesivamente dulces, de esos que cuando me despierto, me dejan un sabor excesivamente empalagoso.
¡Tanta azúcar, no puede ser buena!
¡Perdón, por la insistencia!
Quiero…
Continuará…
Fran Laviada