Las dietas cetogénica y paleo son populares por sus enfoques diferentes hacia la alimentación, pero ambas buscan mejorar la salud a través de la restricción de ciertos grupos de alimentos. La dieta cetogénica se centra en una ingesta muy baja de carbohidratos, moderada en proteínas y alta en grasas saludables, mientras que la dieta paleo promueve el consumo de alimentos que nuestros antepasados prehistóricos habrían comido, como carnes magras, pescados, frutas, verduras, frutos secos y semillas, eliminando alimentos procesados, lácteos y granos .
Una de las principales ventajas de la dieta cetogénica es la rápida pérdida de peso. Al reducir drásticamente los carbohidratos, el cuerpo entra en un estado llamado cetosis, donde quema grasa como fuente principal de energía en lugar de carbohidratos. Este proceso puede ayudar a reducir el almacenamiento de grasa y, por ende, a disminuir el peso corporal. Además, la dieta cetogénica puede mejorar el control del azúcar en sangre, lo que la hace útil para personas con diabetes tipo 2. También se ha sugerido que puede tener beneficios neuroprotectores, siendo útil en condiciones como la epilepsia y otros trastornos neurológicos.
Por otro lado, la dieta paleo también tiene sus beneficios, particularmente en la mejora de la salud general al enfocarse en alimentos naturales y sin procesar. Al eliminar granos, lácteos y alimentos procesados, los seguidores de la dieta paleo a menudo experimentan mejoras en la digestión, la reducción de la inflamación y un mayor consumo de micronutrientes, ya que se enfocan en alimentos ricos en vitaminas y minerales. También se ha relacionado con una mejor salud cardiovascular al eliminar grasas trans y procesadas, favoreciendo fuentes más saludables de grasas y proteínas.
Sin embargo, ambas dietas tienen riesgos. La dieta cetogénica, debido a su bajo contenido de carbohidratos, puede causar efectos secundarios como fatiga, dolor de cabeza, estreñimiento y pérdida de minerales, especialmente al principio, en un fenómeno conocido como la "gripe cetogénica". Además, una ingesta excesiva de grasas saturadas y la falta de carbohidratos pueden afectar negativamente la salud cardiovascular a largo plazo si no se hace un seguimiento adecuado de los alimentos consumidos. En algunas personas, también puede haber un aumento en los niveles de colesterol, lo que plantea preocupaciones para aquellos con predisposición a enfermedades cardíacas.
En cuanto a la dieta paleo, aunque elimina alimentos procesados, también puede ser restrictiva, lo que podría llevar a deficiencias nutricionales si no se planifica adecuadamente. La eliminación de granos y lácteos puede resultar en un menor consumo de fibra y calcio, nutrientes esenciales para la salud ósea y digestiva. Además, los alimentos permitidos en la dieta paleo pueden ser costosos, lo que puede hacer que esta dieta no sea accesible para todas las personas.
En conclusión, tanto la dieta cetogénica como la paleo ofrecen beneficios en términos de pérdida de peso, mejora en la salud metabólica y la reducción de alimentos procesados. Sin embargo, es fundamental considerar los posibles riesgos, especialmente si se siguen de manera estricta y sin la orientación adecuada. Como con cualquier dieta, es importante consultar a un profesional de la salud antes de comenzar para asegurar que las necesidades nutricionales del cuerpo se satisfagan de manera adecuada.
