Quedan a las 18:30 los colegas y se reúnen en casa de Pedrito (o de Juanito, Jaimito, y demás itos) y simulan ser chimeneas durante un par de horas mientras llenan sus pulmones de humo y alegría.
A priori, parece que la cosa les une, les lleva a un Nirvana de emociones y paranoias alegres en el que todos son felices y se quieren los unos a los otros más de lo que parece en el día a día.
Pero ¡AH! De repente Joselito se olvida de llevar su parte del costo (o hierba, o jacho, o cualquier otra denominación) y se arma la de Dios. Todos se cabrean con él, todos le odian por un momento, y se olvidan de que es un ser con sentimientos que puede tener un error como todos, y mucho más importante, se olvidan de que es su amigo.
Por lo tanto, ¿de qué sirve unirnos mediante el fumeteo de hierba y pasar esos buenos momentos, si luego en las malas vamos a cargar toda nuestra ira contra alguno de nuestros amigos?
Nos volvemos dependientes y nos importa más nuestra dosis que nuestros colegas.
Dicho esto, que viva el fumeteo libre de ataduras y malos rollos.
Creo que en realidad sí te juntas con malas amistades, independientemente de lo que os une, al final si fallas en algo te lo recordarán o no estarán ahí cuando los necesites.