Aceptar el cambio como parte de la vida no siempre es fácil, pero he aprendido que es esencial para crecer y avanzar. Al principio, me resistía al cambio; me daba miedo salir de mi zona de confort .
Me di cuenta de que el cambio no es algo que podamos controlar completamente. Es como las estaciones: llegan y se van, nos guste o no. Pero lo que sí podemos controlar es cómo respondemos a él. Por experiencia, he aprendido que aferrarme al pasado solo trae frustración y tristeza. Cuando finalmente empecé a aceptar que las cosas no siempre serían como las imaginé, comencé a ver el cambio como una oportunidad en lugar de una amenaza.
He descubierto que los cambios, incluso los más difíciles, a menudo vienen con lecciones importantes. Me han hecho más fuerte, más resiliente y más agradecido por las cosas buenas que tengo. Cambiar de perspectiva, terminar relaciones, empezar proyectos nuevos o incluso enfrentar pérdidas, todo me ha enseñado algo sobre quién soy y lo que realmente quiero en la vida.
Hoy, trato de ver el cambio como un compañero de viaje. Sé que a veces será incómodo, pero también sé que me llevará a lugares que nunca habría imaginado. Y aunque todavía tengo días en los que me cuesta adaptarme, recuerdo que cada paso, por pequeño que sea, me acerca a una mejor versión de mí mismo.
Aceptar el cambio no significa renunciar al control de mi vida; significa confiar en que cada experiencia tiene un propósito. Es un acto de fe en mí mismo y en la vida.