Encontrar el propósito de la vida es una de esas preguntas que nos hacemos en algún momento, especialmente cuando sentimos que algo falta, incluso si en apariencia todo está bien. No te preocupes si no tienes la respuesta clara; es normal .

Primero, date permiso de explorar. A veces creemos que el propósito tiene que ser algo grande, como cambiar el mundo, pero no siempre es así. Tu propósito puede estar en las cosas más simples, como cuidar de quienes amas, aprender algo nuevo cada día o hacer sonreír a alguien. Piensa en lo que te llena de energía y entusiasmo. ¿Qué actividades haces que te hacen perder la noción del tiempo? Ahí podrías encontrar pistas.

Segundo, escucha tu intuición. Vivimos en un mundo lleno de ruido, con muchas opiniones sobre cómo deberíamos vivir. Pero el propósito no lo dicta nadie más que tú. Por eso, toma un momento para desconectarte, reflexionar y preguntarte: ¿qué me hace sentir vivo/a? Escribe tus pensamientos; a veces, al verlos en papel, todo tiene más sentido.

También creo que el propósito no es algo estático. Puede cambiar con el tiempo, y eso está bien. Lo que hoy te mueve puede evolucionar a medida que creces y experimentas nuevas cosas. Lo importante es no estancarte, sino estar dispuesto/a a adaptarte y seguir explorando.

Y algo clave: no busques el propósito en cosas externas. Sí, tener metas como ganar dinero o alcanzar cierto estatus es válido, pero el verdadero propósito casi siempre está relacionado con cómo impactas a los demás y cómo te haces sentir a ti mismo/a en el proceso.

Por último, sé paciente. Encontrar el propósito no es una carrera ni una meta que alcanzar de inmediato. Es más como un viaje, donde cada experiencia, buena o mala, te acerca a comprender quién eres y qué valor puedes aportar al mundo.

Recuerda, el propósito no tiene que ser perfecto, ni definitivo. Solo tiene que ser tuyo. ¿Ya sabes cuál es el tuyo, o estás en el proceso de descubrirlo?